ENSEÑANZA. Los problemas estructurales que el país afronta son prueba de que las "reformas" aplicadas no han funcionado, o peor aún, que no fueron concebidas como tales. La educación ha sido una de las principales víctimas del espíritu reformador que cada gobierno ha mostrado. Unos se concentraron en construir o remodelar colegios, otros en regalar computadoras y casi la mayoría en cambiar de nombre a los cursos. Pero ninguno se preocupó por elevar la calidad de la enseñanza, salvo tímidos intentos como la Ley de Carrera Pública Magisterial (CPM), lanzada por el gobierno anterior y que en su momento fue promocionada como la reforma definitiva de la educación peruana. El resultado de tantas idas y venidas es deprimente: Los escolares peruanos siguen a la zaga en las evaluaciones que realizan organismos internacionales. Con una base de aprendizaje tan baja, es lógico prever que el potencial de millones de niños y jóvenes será desaprovechado. Como no podía ser de otra manera, este gobierno también está buscando aplicar "su reforma". La ministra de Educación, Patricia Salas, ha justificado la elaboración del proyecto de la Ley de Desarrollo Docente -nombre que recibirán los nuevos cambios- en la incompatibilidad de la existencia de dos regímenes para los maestros, pues no todos se acogieron al régimen de la CPM. Esas buenas intenciones son las habituales para esta clase de iniciativas, aunque sorprende que la ministra haya pensado involucrar al Sutep en la evaluación de los docentes. Felizmente, el titular de Trabajo ha aclarado que el proyecto de ley no contempla esa posibilidad.El Sutep es un sindicato que sobresale por su intransigencia y su escasa disposición al diálogo, además de no mostrar demasiada preocupación por la calidad de los servicios de sus afiliados. Pero lo más importante es que era absurdo delegarle esa responsabilidad, porque no es un organismo técnico y porque actuaría como juez y parte. Además, todo lo anterior le abre otro problema al Gobierno, y es que una reforma en el sector no depende únicamente de cambios laborales. Paralelamente debe emprender una sustancial transformación en el sistema educativo para dejar de ser los antepenúltimos en desempeño de colegios a nivel mundial, como mostró la última prueba PISA.