TAREA PENDIENTE. En materia macro, los últimos gobiernos lo han hecho bastante bien. Pero en los aspectos micro, el desempeño sigue dejando mucho que desear. Por ejemplo, en el ámbito comercial el Estado ha cumplido con ampliar las oportunidades para las exportaciones, pues el Perú ha suscrito tratados de libre comercio con los países y bloques económicos más importantes, encabezados por Estados Unidos, China y, desde hace un mes, la Unión Europea.Pero eso no es suficiente. Hace falta un Estado que permita a las empresas que producen para el mercado externo alcanzar su máximo potencial y operar sin sobresaltos, y en ese sentido el tema técnico es vital, sobre todo para las exportaciones destinadas al consumo humano. El Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa) es el órgano encargado de establecer los protocolos sanitarios para los alimentos que se exportan y hoy tiene en lista de espera 130 solicitudes. Lógicamente, esto constituye una enorme traba burocrática.Según la Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú (AGAP), la entidad no ha avanzado con la misma velocidad que las empresas agrícolas, que se encuentran en pleno proceso de modernización. Esta situación es una consecuencia del escaso apoyo político que ha recibido la entidad, que además está adscrita a un ministerio -el de Agricultura- que sigue teniendo dificultades para adaptarse al siglo XXI.Aunque no es el primer mandatario en hacerlo, el presidente Ollanta Humala ofreció la semana pasada un Estado que facilite el accionar de las empresas, -que pueda escuchar cuál es la problemática de las empresas para tener estándares de calidad y cooperar en su control-. Es más, a fines de junio pasado, el ministro de Economía, Luis Castilla, anunció un paquete de doce medidas para estimular al sector exportador y una de ellas mencionaba el fortalecimiento de los organismos que brindan servicios al comercio exterior, incluyendo explícitamente al Senasa.Ha pasado más de un mes y todo indica que aún no se han puesto manos a la obra. Posiblemente se continúa evaluando qué hacer y cuánto presupuesto adicional se necesita, pero el tiempo apremia y los agroexportadores siguen advirtiéndolo. Esperemos que esta vez sus demandas sí sean escuchadas.