PROGRAMAS EN FUGA
27 de julio de 2012

Recientemente, el ministro Luis Castilla declaró que estamos "jalados" como país en materia de ejecución presupuestal de los programas sociales. Y, efectivamente, en lo que va del año, de los S/.6.076 millones que se destinaron a cuatro de los más importantes programas sociales se ha ejecutado solo el 25,2%. La noticia va en línea con lo que comentábamos hace poco sobre la ejecución total del presupuesto estatal: solo 25,7% hasta junio. Sin embargo, es particularmente grave en el caso de los programas sociales que, para algunos sectores, suponen la única manera de satisfacer necesidades básicas en el más estricto de los sentidos. Cuando se trata de programas sociales, una demora de ejecución puede marcar la diferencia, por ejemplo, entre que un cuadro de desnutrición infantil se cure o se vuelva crónico -es decir, de por vida-.Por otro lado, el gobierno de la "inclusión social" va a tener problemas de legitimidad si no puede hacer funcionar los programas con los que ayuda a quienes aún permanecen en la pobreza.Con todo lo preocupante que este problema es, empero, se están escuchando propuestas para solucionarlo que lo son todavía más. Así, no ha faltado quien sostenga que el problema se debe a que los programas sociales se trabajan desde un punto de vista "técnico", en lugar de hacerse con un criterio "social". Esto es, algo así como decir que no hay que concentrarse tanto en cómo se construye una tubería para que no tenga huecos ni óxido y esté bien trazada (a fin de que llegue al lugar planeado y no a otro), sino que hay que mandar el agua de cualquier forma porque sus destinatarios la necesitan mucho. Cómo la intensidad de esta necesidad hará que los huecos, el óxido y el trazo de la tubería importen menos es algo que escapa a nuestra capacidad cognitiva. Evidentemente, la realidad es la opuesta: cuanto más importante es un fin dado, más cuidado hay que poner en que los medios usados para alcanzarlo sean los efectivos. Ayudar, como todo, tiene su ciencia. Para muestra, la denuncia del mismo ministro: pese a que en los últimos diez años el presupuesto dedicado a los programas sociales se ha triplicado, para llegar a los S/.45 mil millones anuales, los indicadores sociales que este gasto se propone elevar no han mejorado en la misma proporción, ni mucho menos(de hecho, en muchos casos ni siquiera se han movido). ¿Qué quiere decir lo anterior? Pues que, con las mejores intenciones "sociales", estamos lanzando cada vez más agua por unas tuberías que muchas veces están llenas de fugas (haciendo que el agua se salga en el camino por los huecos de la corrupción y los costos de la burocracia), o están oxidadas (haciendo que llegue malograda)o llevan el agua al lugar incorrecto (es decir, a manos de quienes no la necesitan). Un ejemplo gráfico: según cifras elaboradas por el IPE, en el 2007, el programa del Vaso de Leche, así como los de comedores y los destinados a la alimentación escolar, tenían filtraciones (recursos dirigidos a quienes no califican para ser beneficiarios de los programas) de 43,6%, 46,2%, y 35,5%, respectivamente. Dos años después, las filtraciones fueron 51%, 48,1% y 49%.Para que los programas sociales puedan funcionar más rápido y cumplir, por tanto, con satisfacer más necesidades, lo que se necesita es un trabajo más (y no menos) técnico. Esto parece haberlo entendido el Gobierno al haberle encargado al Midis , donde hay ahora un equipo de especialistas muy preparado, que se ocupe directamente de algunos de los programas sociales (aunque debieron ser todos).Compartimos, en suma, la preocupación por las demoras en la ejecución de los programas sociales. Pero que no se diga que la solución se basa en trabajar solo concentrados en las buenas intenciones ("criterios sociales") que tienen los programas. De buenas intenciones, dice el refrán, está empedrado el infierno y, agregaríamos nosotros, también las casas de las numerosas redes de clientelaje y abuso que hoy usufructúan por todos lados de los programas sociales a costa de quienes verdaderamente necesitan de ellos.