Escribe Augusto Álvarez Rodrich. Mientras Óscar Valdés sigue dando vueltas como pollo sin cabeza, dando entrevistas para demostrar que es un buen premier -con el fin de aferrarse al cargo o, al menos, no salir por las patas de los caballos-, crece el consenso de que, cada día que pasa, su presencia perjudica al gobierno y al presidente. Ha llegado el momento de la ceremonia del adiós, lo cual implica buscar al nuevo premier, algo crucial en cualquier gobierno pero, más aún, en uno cuyo balance del primer año termina muy desdibujado por el mal desempeño del último trimestre. Para un gobierno que necesita empezar su segundo año con nuevo aire, pareciendo casi una nueva administración, sería ideal un nuevo premier que hoy no esté en el gabinete. Pero eso puede ser un problema para un presidente como Ollanta Humala que valora la confianza y la lealtad, lo cual puede llevarlo a preferir un shopping en la vitrina del gabinete actual. Un riesgo en esto es que se desvista un santo para vestir a otro. Si ya se tiene ministros que están haciendo un buen papel en puestos cruciales, ¿para qué moverlos a otro cargo que podría afectar su actual desempeño? Esto se aplicaría para cuatro ministros que hoy son bien evaluados: Manuel Pulgar Vidal, René Cornejo, Carolina Trivelli y Miguel Castilla. Hay, sin embargo, otro integrante del gabinete de razonable buen desempeño y perfil más bajo que los anteriores debido a que su cartera –la Cultura– es, lamentablemente, menos notoria, y que podría acercarse a lo que el gobierno necesita en este momento en la PCM: Luis Peirano. Primero, el Ministerio de Cultura, que tiene entre sus tareas la consulta previa -algo relevante en este contexto-, posee un espacio que puede ser compatible con el premierato. Peirano, por su parte, tiene condiciones que pueden perfilarlo para la PCM. No haber estado en la primera línea de la batalla política de los últimos meses le da un aire fresco; es de los que se llevan bien con todos y puede tender puentes con distintas agrupaciones; la política no le es lejana; es inteligente, sensato y honesto y -algo importante en estos puestos- no pierde el sentido del humor. Además, un director de teatro puede ser interesante para este gobierno. Por un lado, la puesta en escena obliga a manejar desde intelectuales y artistas, hasta operativos y cuadros técnicos, a todos los cuales debe saber liderar. Balo Sánchez León me cuenta que Peirano es de las personas que saben organizar las cosas para que funcionen sin que él deba realizarlas, algo que se acerca a lo que un premier debe saber hacer. Por el otro, para un gobierno con serios problemas de comunicación puede ser interesante un director de teatro que sabe distinguir entre lo que se habla con telón cerrado y telón abierto, donde hay que saber actuar.