La negociación del TLC no es una capitulación. Lo importante es que los gobiernos cedan equitativamente en sus posiciones a fin de lograr un acuerdo justo y beneficioso para las partes.Finalmente esta semana Perú, Colombia y Ecuador ingresarán a la recta final de las negociaciones del tratado de libre comercio con Estados Unidos.El clima es auspicioso, en gran medida por las marchas antiglobalización protagonizadas en Mar del Plata por Hugo Chávez y compañía, que parecen haber jugado a favor del TLC. Por lo pronto, 24 legisladores del Congreso estadounidense apoyan la suscripción del tratado, convencidos de que es necesario convertir a los tres países andinos en socios comerciales, más aun si se trata de naciones comprometidas con la política antidrogas.Ad portas de la última ronda de negociación, y luego de las doce realizadas a la fecha, hay dos temas sensibles que siguen estancados: la agricultura y la propiedad intelectual. El tema de la reserva cultural --otro asunto polémico-- acaba de resolverse a favor del Perú, al haberse acordado que el TLC no impedirá que el Gobierno mantenga los subsidios que otorga a sus artistas. En cuanto a la agricultura, es paradójico e injusto que EE.UU. exija la liberalización de nuestros productos agrícolas cuando ese gobierno, conjuntamente con la Unión Europea y Japón, son causantes de enormes distorsiones en ese mercado, por las políticas de subsidio a favor de los suyos. Sin embargo, no deberíamos esperar que se eliminen totalmente distorsiones que son materia de diversas rondas al interior de la OMC. Por ello, lo adecuado es que el Gobierno Peruano plantee compensaciones directas para amenguar el perjuicio que causan esos subsidios al algodón, maíz y trigo, productos locales más expuestos a la competencia de productos estadounidenses subsidiados. Es más, los montos de compensación de subsidio deben estar incluidos como partidas específicas en el Presupuesto Nacional para garantizar la disponibilidad de recursos a los agricultores.Respecto a la propiedad intelectual, Estados Unidos ha exigido que se reconozca las patentes de segundo uso, aun cuando ello ni siquiera ha sido aceptado en otros tratados comerciales y, por lo tanto, tampoco debería serlo en este caso. Sin embargo, su exigencia para la protección de la data de prueba (que es la información que presentan los laboratorios farmacéuticos cuando solicitan patentes) sí está en línea con una tendencia internacional; por ejemplo, Colombia ya la tiene incluida en su legislación nacional.Esto tendría un impacto en el precio de las nuevas medicinas que se presenten para patentes, estimado en 30 millones de dólares al cabo de cinco años. De ahí que, al igual que en el caso de la agricultura, lo recomendable sería que el Gobierno destinara una partida presupuestal específica, a fin de que el Ministerio de Salud pueda compensar a la población que podría verse afectada por el alza. Los montos son perfectamente manejables para el fisco.Ante todo, debe recordarse que la negociación no es una capitulación. Lo importante es que los gobiernos estadounidense y peruano cedan equitativamente en sus posiciones a fin de lograr un acuerdo justo y beneficioso para ambas partes.Los réditos del TLC son más que evidentes. El Perú debe aprovecharlos porque le permitirían acceder de manera permanente a un mercado 180 veces más grande que el nuestro. En juego no solo está lograr nuevas inversiones, sino la creación de empleo. Un TLC consolidaría 780 mil puestos de trabajo que, directa o indirectamente, dependen hoy del mercado estadounidense.Los tratados de libre comercio contribuyen a la integración a la economía moderna, pero también obligan a los países involucrados a ser competitivos, eficientes y principalmente a institucionalizarse y modernizarse. En este caso hay que hacer todo lo posible por concretar el TLC con Estados Unidos, en condiciones evidentemente equitativas, como corresponde. (Edición domingo).