Los engranajes de la petrolera estatal venezolana PDVSA, la formidable máquina financiera del Gobierno socialista del presidente Hugo Chávez, rechinan cada vez con más fuerza a medida que aumentan los barriles que deja de cobrar.La multiplicación de canjes de petróleo por servicios médicos y ganado seca la caja de la mayor firma del país, acosada por un salto en su deuda, atrasos con proveedores y demoras en sus proyectos productivos.Y mientras merma la liquidez, se agudizan las presiones sobre PDVSA para financiar los ambiciosos programas sociales del Gobierno de cara a las cruciales elecciones de octubre, donde Chávez aspira a ser reelecto hasta el 2019.