SONORO SILENCIO DE LA CLASE POLÍTICA
8 de noviembre de 2005

Tarde, demasiado tarde han reaccionado los principales líderes políticos peruanos frente al ingreso del ex presidente Fujimori a Chile. En el propio país del sur, a pesar de ser un asunto políticamente incómodo, pero al final de cuentas ajeno, todos los candidatos se pronunciaron enfáticamente sobre el tema.Y hasta se puede sostener que la enérgica protesta de Michelle Bachelet pudo haber sido la causante del cambio de actitud del gobierno chileno frente a Fujimori.¿Por qué en el Perú, ni Lourdes Flores, ni Alan García, ni Valentín Paniagua, ni ninguno otro de los principales candidatos se jugaron al respecto?Hay, sin duda, un cálculo político detrás, como es el intento de captar el voto fujimorista bajo la tesis de que el hoy detenido en Santiago no pueda postular.Pero el mensaje proyectado a la población es, nuevamente, que nuestra clase política carece de los reflejos necesarios para afrontar situaciones complicadas.Fujimori y el fujimorismo son hechos políticos reales. Existen, más allá de la presencia o ausencia del ex presidente. Y lo que ha ocurrido estos cinco años es que ninguno de los principales representantes políticos peruanos ha sabido enfrentar políticamente ese hecho. Lo han mirado de soslayo, han cerrado los ojos, han enterrado la cabeza, han querido jugar a la inexistencia de esa realidad.Y allí están las consecuencias. La judicialización del caso, tal cual como ocurrió con Alan García, le ha permitido a Fujimori pasar indemne estos años sin que su gestión de gobierno haya merecido el severo análisis histórico que merecía.Y vuelve a ocurrir lo mismo ahora, luego de su golpe de mano arribando a Chile. El mutis de 24 horas presenciado por todo el país sólo revela la incapacidad de enfrentar al fujimorismo con las armas políticas que se requiere, sin importar que merezca la persecución judicial que lo ha acompañado. La justicia tiene su curso y debe seguir. Pero el caso Fujimori es también un hecho político, indudablemente.Si, como algunos tememos, argucias más allá del "reglamento" le permiten a Fujimori postular, que ningún político venga a rasgarse las vestiduras, que han sido sus principales voceros los corresponsables de la creación del mito que hoy en día debe haber crecido exponencialmente gracias, precisamente, a la defección de sus supuestos adversarios, señala el director de La Primera, Juan Carlos Tafur.