Han hecho bien los presidentes de Perú y Chile en pedir serenidad a sus ciudadanos. El diferendo marítimo ha generado un vasto despliegue de reacciones, incluso las más radicales y disparatadas. Por lo mismo es indispensable moderar el nivel bilateral de las relaciones, con un llamado a la mesura para que el debate se maneje dentro del cauce que le corresponde: el de las cancillerías de Lima y Santiago.Con la aprobación de la Ley de Líneas de Base de Dominio Marítimo, por parte del Congreso, se han establecido los mecanismos para el trazado del mar peruano y la proyección de nuestra jurisdicción hasta las 200 millas. Ahora, el siguiente paso compromete a las cancillerías para encontrar salidas bilaterales posibles o en concurrencia en una institución jurídica internacional, al amparo de los sustentos de hecho y de derecho que le asisten al Perú y de las reivindicaciones que demanda respecto de su frontera.Es por ello positivo que el presidente Lagos haya bajado la temperatura a su discurso de los primeros días: que reivindique la soberanía del Congreso peruano para establecer sus líneas de base marítimas, la importancia de la diplomacia y de acudir a los organismos jurídicos internacionales para zanjar nuestras diferencias.Debe cautelarse la vía diplomática. Sería funesto que el tema vuelva a politizarse o se mediatice, para convertir un asunto bilateral en una controversia que solo alienta radicalismos.(Edición sábado).