A LA REJA
7 de noviembre de 2005

El arresto de Alberto Fujimori en la madrugada de ayer en Santiago constituye un hecho de la mayor trascendencia para el país, pues abre, ahora sí, la posibilidad de que el prófugo enfrente a la justicia en Lima -como corresponde- por los graves cargos que pesan en su contra, desde ser un gran ladrón hasta un tremendo asesino.De este modo, lo que hasta la medianoche de ayer constituía una mala noticia, pues la impunidad con la que Fujimori se trasladó desde Tokio a Santiago, tocando en el camino varios puntos donde se suponía que había disposiciones para que Interpol lo detuviera, reflejaba que este seguía haciendo lo que le daba la gana, finalmente se transformó en un arresto que produce optimismo respecto de la posibilidad de que sea juzgado en un debido proceso.El camino pendiente para que se haga justicia, sin embargo, no será sencillo. En primer lugar, porque la torpeza e indecisión que se ha observado durante el último lustro para concretar la extradición de Fujimori refleja que se careció de la voluntad política necesaria para ello.Esto ha sido posible por un serio error de cálculo del prófugo ex presidente. Para alguien que siempre mostró una gran habilidad para plantear una estrategia con el fin de ejecutar sus planes, su arresto el día de ayer refleja un serio error que le puede costar caro.No obstante, para que esto se haga realidad será necesario replantear los expedientes judiciales, varios de los cuales tienen debilidades que no se condicen con los hechos que todos los peruanos conocemos.Pero es probable que el obstáculo más importante para finalmente lograr la extradición del prófugo y que luego sea efectivamente procesado radique en las sólidas conexiones que Fujimori posee en los sistemas judicial, económico, político y electoral, sea por la vía de la complicidad, del interés personal o del chantaje.La posibilidad de que Fujimori pase de la Escuela de Investigaciones Policiales en Santiago, a una celda de la Base Naval en el Callao, para ser juzgado, deberá lidiar contra esa red que aún no ha sido desactivada, señala el director de Perú 21, Augusto Alvarez Rodrich.