EXPROPIACIÓN DE YPF: RETORNO AL PASADO
19 de abril de 2012

ARGENTINA OTRA VEZ. El gobierno de Cristina Fernández ha decidido expropiar el 51% de la filial argentina de Repsol, la petrolera YPF. Aunque ya existían rumores sobre la inminencia de la medida, el anuncio de la Casa Rosada ha desatado una disputa con España.Desde la península ibérica, Repsol ha calificado como ilegal la expropiación si es que no se le paga más de US$ 10,000 millones, monto que Argentina no está dispuesta a desembolsar.Fernández sostiene que la expropiación se debe a que YPF no invertía lo suficiente para incrementar su producción de combustibles, razón por la que en semanas recientes diversas regiones argentinas ya venían suspendiéndole concesiones.Al respecto, cabe indicar que el Gobierno determina los precios de los combustibles, por lo que la petrolera no podía beneficiarse de las altas cotizaciones internacionales del crudo. La caída de la producción llevó a que Argentina tenga que importar combustibles, consumiéndole sus valiosas y escasas divisas. Fernández ya echó mano de los fondos de pensiones privados, de las reservas del Banco Central, y, ante el aislamiento financiero que vive desde su moratoria de deuda, dio un paso más para tratar de enmendar una situación económica que el propio Gobierno -con sus controles de precios y del tipo de cambio- ha ocasionado. La reciente expropiación a Repsol no hará más que acabar con el ya escaso flujo de inversiones hacia la economía rioplatense, lo que puede agudizar la alta inflación y la fuerte desaceleración del crecimiento en este año. Ello sin contar los efectos de las represalias que posiblemente tome el Gobierno español. Con una medida más que ya fracasó en el pasado, Argentina se asemeja a Venezuela de Hugo Chávez y arriesga aún más su complicada perspectiva, la cual apunta a una fuerte desaceleración de su economía, del 8.9% en el 2011 a un 4% en este año.En momentos en que la incertidumbre impera entre los inversionistas, la reciente medida del Gobierno de Argentina puede además dañar la confianza en la región, cuando justamente se debería tratar de dar señales de estabilidad, la que es escasa en otras regiones del mundo.

  • [Gestión,Pág. 20]
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