¿Cómo se le puede llamar a aquel personaje cuyo trabajo está al margen de cualquier mínimo estándar ambiental y social, y que, curiosamente, no despierta la misma antipatía que sus congéneres legales a pesar de protagonizar la constante desaparición de bosques enteros en la Amazonía peruana, de no cumplir con estándares laborales mínimos, de envenenar los ríos con mercurio y de impedir que su región recaude los impuestos que le corresponden? ¿Cómo denominarlo, cuando ese mismo personaje puede paralizar ciudades, bloquear carreteras y aun así demandar y conseguir que miembros del Ejecutivo viajen hasta su región para iniciar un "diálogo" que los haga desistir de sus embates?Puesto que es amazónico, destruye bosques y parece que no hay quien no le tema (incluyendo al Estado) creemos que la mitología selvática ofrece un buen nombre: el del tunche, ese demonio amazónico que avanza por la selva matando todo lo que encuentra en su camino.Los mineros informales e ilegales de Madre de Dios (llamados "artesanales" de manera eufemística), los mismos que han destruido alrededor de 18.000 hectáreas de bosque en la zona y que se llevan todas las ganancias de su rentable actividad, dejando a la región sin canon, están disconformes con los decretos contra la minería ilegal. Eso no es sorprendente: nadie suelta un negocio millonario así nomás. Lo noticioso es que parece que el Gobierno esperaba que estuviesen conformes, pues su casi primera reacción ante las protestas ha sido enviar esta comisión de representantes a una "mesa de diálogo".¿Qué pasará si el Estado vuelve a ceder, como ya hizo el año pasado luego de que estallara la violencia en Madre de Dios y quemaran la sede del gobierno regional, ante las demandas de los informales? ¿En qué quedarán las promesas de firmeza y los “hasta acá nomás” de los cercanos días en que se promulgaron los decretos? La respuesta no es ningún misterio. Pasará lo que ha venido pasando en los últimos años cada vez que el Estado ha respondido a los desbordes - o a la amenaza de desbordes- con una de estas "mesas" de claudicación: se multiplicarán todavía más los que a lo largo y ancho del país se lanzan a hacer tumulto para negociar con el Estado, al margen de la Constitución y de los canales democráticos, un sistema de derechos ad hoc para ellos. Y, después de todo, ¿quién puede culparlos? Cuando alguien ve a otro sacar su tajada de esta forma, tiene derecho de preguntarse "¿por qué no yo?". Cuando uno muestra un palo a su oponente, como ha hecho el Gobierno con sus decretos penales para combatir la minería ilegal, es mejor que esté dispuesto a usarlo. Lo decía Maquiavello y lo sabe cualquier matón de patio de colegio: nada funciona mejor para fortalecer al enemigo que lograr que nos pierda el respeto. Probablemente el Gobierno esté volviendo a retroceder en Madre de Dios porque siente que le puede explotar de nuevo el conflicto en Cajamarca y no quiere abrirse muchos flancos. Si ese es su pensamiento, se equivoca. Todo esto sucede en un mismo flanco: los autores de cada protesta están constantemente mirando lo que pasa en las otras para medir hasta dónde se puede empujar al Gobierno que tiene al frente. El día que un régimen muestre que ha descubierto por qué en todo el mundo "el orden" tiene que tener sus "fuerzas", los agitadores de la siguiente protesta se mostrarán mucho más razonables. Madre de Dios es una región que, en el 2011, recibió aproximadamente 31. 500 soles como parte del canon minero a pesar de que el comercio de oro en la región bordea los 1.600 millones de soles, ni más ni menos. ¿Cuánto recibió Cajamarca en ese mismo período? Más de 100 millones de soles. Sin embargo, en Cajamarca lo que tenemos es “protesta social” contra un estudio de impacto ambiental ya aprobado para uno de los proyectos mineros más grandes del país y al que no se le ha probado irregularidad alguna, mientras que en Madre de Dios la protesta se conduce para apoyar a los que demostradamente están deshaciendo el ecosistema al tiempo que no contribuyen un ápice al presupuesto nacional. Queda claro a dónde va el país si el Estado sigue retrocediendo sistemáticamente ante todo el que salga a la calle dispuesto a violentarse y se ponga el mote "social" al lado del nombre.Por lo demás, ¿dónde están las marchas de los supuestos defensores del ambiente para detener a estos depredadores de bosques? ¿Dónde están los padres Aranas, los Gregorios Santos o las oenegés ambientalistas para dar con palo fuerte a estos mineros? ¿Es que el daño al ecosistema importa solo cuando lo hace una transnacional? ¿O es que les comió la lengua el tunche?