El bullicio que habitualmente reina en una reunión tan concurrida como es el Simposio Internacional del Oro de pronto desapareció. El recinto cayó en un profundo silencio. Era el 5 de mayo de 1998, aproximadamente las 12 del día de un caluroso martes arequipeño, cuando el entonces presidente Alberto Fujimori pidió un minuto de silencio en memoria de Luis Hochschild, empresario minero que unas cuatro horas antes había sido asesinado en Lima por una banda de secuestradores.Habían transcurrido poco más de 60 años de su llegada al Perú desde su natal Born, en Alemania, y 53 desde que se unió al Grupo Hochschild, fundado en 1911 por su tío, Mauricio, quien lo impulsó a hacer de la minería su principal actividad laboral, y hacer de la empresa su forma de vida.La trágica desaparición de Luis Hochschild es uno de los hitos en la historia de la que posteriormente se llamó Hochschild Mining plc, la más importante firma del grupo económico Inversiones Pacasmayo (IPSA), encumbrada entre las más importantes de Latinoamérica, y con un presidente ejecutivo, Eduardo Hochschild Beeck, reconocido por la revista Forbes como el más rico del Perú, con un patrimonio de US$ 2,200 millones.