CAMBIEMOS EL MAPA INTERNO DEL PAÍS
27 de octubre de 2005

Luego del boicot político, evidente y confeso, que perpetró el Congreso contra el referéndum regional, parece que algunas fuerzas políticas, otrora obstruccionistas, quisieran ahora cambiar de actitud.A excepción delPartido Aprista, que sigue en sus trece y en una posición de flagrante e incomprensible rechazo al proceso de descentralización en marcha, Unidad Nacional se ha comprometido a reconsiderar su voto --esta vez a favor-- y aprobar las reformas legales que necesite la regionalización y el referéndum regional del próximo domingo 30.Las medidas son puntuales y podrían ser resueltas por el Parlamento de aquí al viernes, en una carrera contra el reloj, para normar el procedimiento de cómputo de votos (ahora resulta que se ventila la posibilidad de considerar los nulos y en blanco), la elección de la capital de región y definir qué pasará si dos de tres departamentos se pronuncian a favor de la integración regional. En el primer caso, por ejemplo, es indispensable evitar que se desvirtúe la esencia del referéndum. Como señala Fernando Tuesta Soldevilla, en el cómputo de votos, de todos los procesos electorales que se realizan en nuestro país, está claro que los nulos y en blanco no son computados en el resultado final.El CND y el propio JNE han expresado que si el Congreso no toma posición sobre estos temas, habría que recurrir a las interpretaciones de la Constitución y al propio Tribunal Constitucional. Nada de eso sería necesario, en cambio, si el Parlamento cumple con sus tareas legislativas y asume la responsabilidad que le compete en el tema de la regionalización y la fusión de las regiones.No está de más recordar a los parlamentarios, sobre todo a aquellos que empujaron el carro de la descentralización, que es un poco tarde para marchas y contramarchas que innecesariamente ponen en riesgo la estabilidad de un proceso que está costando mucho construir. Con sus altas y sus bajas, esta vez, no podemos repetir el plato de los años 80, cuando, entre otras cosas, se mandó a las calendas griegas un proyecto descentralista similar. Ciertos políticos deberían entender, además, que la historia no comienza ni termina con ellos, que procesos de desarrollo como este no pueden frustrarse al antojo de tal o cual partido, por intereses partidarios y menos por apetitos presupuestales, de poder y de figuración de ciertas cabezas asentadas en Lima o en las regiones. ¡Cambiemos el mapa interno del país!