Con las expectativas empresariales bajas debido a la crisis internacional y arrastrando aún la sorpresa electoral, la promoción de la inversión privada -concesiones y APPs- podría ser el catalizador para revertir la situación. Sin embargo, esta labor hace meses que se ha quedado paralizada.Si bien al inicio de un gobierno uno espera que ocurra un bache y se pierda la inercia, esta, al poco tiempo, usualmente se recupera. Más aun, la mayoría de sectores ya están trabajando hace rato pero en Pro inversión todo sigue congelado.Incluso, no solo no avanza sino que se está retrocediendo, el anterior ministro de justicia -como parte de una pésima gestión- canceló la concesión de un nuevo penal por un tema ideológico de rechazo al sector privado.Lo más dramático del caso es que el Perú tiene una brecha de la inversión que requerimos en infraestructura para poder ponernos en línea con los países vecinos con los que competimos, de 40 mil millones de dólares. Pero por dogmatismo, en algunos casos, o por simple facilismo de funcionarios encantados de ganar un sueldo sin que se les exija resultados nos continuamos atrasando.Ahora, tenemos que Pro inversión ha dejado de lado proyectos por 10 mil millones de dólares de potencial inversión en la poco ambiciosa relación que presentó para este año. Ciertamente, si quisieran cerrar la brecha de inversión no demuestran estar apurados.En realidad Pro inversión nunca ha tenido los incentivos adecuados sino todo lo contrario, al pagar sueldos que no están condicionados a metas.Por ello, la tentación es más bien a postergar proyectos para extender los contratos de los funcionarios. Incluso, no sería raro que, con la moda de los CAS, a más de uno se le ocurra integrarlos formalmente a la burocracia del Estado. Con lo cual podríamos olvidarnos definitivamente de recuperar el entusiasmo y los niveles de inversión del empresariado, afirmó el director de Perú 21, Fritz Du Bois.