Los 1.237 pasivos mineros ambientales en la provincia de Hualgayoc, Cajamarca, que contaminan el agua, el suelo y malogran el ambiente, son solo la punta del iceberg de un problema mayor que afecta desde hace décadas a todo el país.Hasta marzo del 2010, el Registro de Pasivos Mineros del Ministerio de Energía había contabilizado oficialmente 5.551 zonas de contaminación en abandono, generados por una minería antigua, que no respetaba parámetros ambientales, o por mineros informales. A ello habría que agregar decenas de lugares donde se practica la minería ilegal, que causa los mismos perjuicios altamente contaminantes.¿Y qué ha hecho el Estado? Pues muy poco. En el 2010 destinó apenas 10 millones de soles para remediar 119 pasivos en Hualgayoc, menos del 10% de los que existen en esa zona. Y, para colmo de males, aún no ejecuta ese presupuesto.Allí no queda todo. Otra consecuencia de los pasivos mineros es que, al afectar a las comunidades y no haber respuesta del Estado para garantizar el equilibrio ambiental, malogran aun más la minería formal y generan conflictos sociales, con lo cual todos pierden.El Gobierno debe reaccionar y coordinar con los gobiernos regionales, que no pueden ser ajenos al problema, para registrar los pasivos mineros, identificar a los responsables y exigirles acciones urgentes.Lo que no puede hacer el Estado es seguir con una actitud pasiva ante un problema tan delicado y complejo, que requiere de una solución eficiente para que no se siga atentando contra los ciudadanos y el medio ambiente.