En 1964 la compañía norteamericana Texaco (adquirida en 2001 por Chevron) ingresó a Ecuador para explotar petróleo en lo que hoy son las provincias de Orellana y Sucumbíos. Autoridades locales demostraron que entres décadas de la petrolera norteamericana arrojó más de 18,000 millones de galones de aguas tóxicas y abonó 600 fosas con desechos. En 1993, 88 ecuatorianos demandaron por daño ambiental a Texaco en una Corte Federal de Texas. 19 años después, la petrolera recibe sentencia.