Cierto sector de Cajamarca sigue movilizándose en contra de Minas Conga, aunque lo cierto es que cada vez es menor el número de manifestantes que siguen al presidente del gobierno regional, Gregorio Santos, quien, obstinado, persiste en la radicalidad como mecanismo para oponerse a la inversión privada.Esta posición de negación al diálogo y obstrucción a las iniciativas empresariales comienza a funcionar en su contra, pues en Cajamarca está perdiendo adeptos y comienza a hacérsele más difícil establecer alianzas fuera de su departamento. Al menos, hasta el momento ningún otro presidente regional ha expresado apoyo a la cuestionada causa.Por el contrario, los gobiernos regionales están gestionando mejor sus presupuestos e incentivando a las empresas a que compatibilicen sus inversiones con las reales necesidades de la población, lo que incluye la conservación ambiental.Es importante, por ejemplo, que el 42% de los gobiernos regionales hayan ejecutado sus presupuestos por encima del promedio de todo el Estado, calculado en 69%, o que los gobiernos regionales de Loreto, Ucayali, Amazonas, San Martín y Madre de Dios hayan formado su propia agencia de promoción de inversiones para atraer capital privado por más de US$ 5,000 millones.El Gobierno Central debe apoyar estos esfuerzos, que en algunos casos no responden a un plan definido. Debe multiplicar las prácticas de descentralización, como la emprendida por el Ministerio de Economía y Finanzas, facilitar las herramientas para elaborar proyectos de desarrollo, simplificar trámites, cubrir los vacíos en las normas que regulan la inversión privada, consultar anticipadamente los proyectos de desarrollo con los gobiernos regionales y locales, y capacitar a los técnicos y profesionales que trabajan en organismos públicos en provincias, entre otras medidas.Acciones de ese tipo nos conducirán a concretar el propósito de "desconganizar" la agenda regional, fortalecer las posiciones de los que entienden que la buena inversión es crucial para alcanzar el desarrollo y aislar a los que persisten en la radicalidad negándose al diálogo.