A pesar de la crisis internacional, del creciente número de conflictos sociales y de un proceso electoral que polarizó temporalmente al país, el 2011 no ha sido a fin de cuentas un mal año para el Perú. Nuestro país siguió creciendo económicamente y gracias a ello más peruanos tuvieron acceso a puestos de trabajo, mejores salarios y mejor calidad de vida. Asimismo, la buena imagen del Perú se siguió consolidando en el mundo, como un país de una invalorable riqueza natural y humana y uno de los mejores destinos turísticos del mundo. Dicho esto, debemos reconocer que, lamentablemente, en el año que ha terminado poco se ha avanzado en la reforma del Estado y de la administración pública –que hubiera podido evitar algunos de los conflictos sociales–, en el establecimiento de mejores mecanismos de diálogo e intermediación política entre autoridades y población, así como en mejorar los niveles de salud, educación y nutrición, que permitan incluir a los millones de peruanos que aún no gozan de los beneficios del crecimiento económico ni de las mínimas ventajas de toda sociedad moderna. Ante este panorama, el 2012 se presenta como un año complejo, lleno de retos y posibilidades para el Perú, en el que el fortalecimiento de la democracia, de los mecanismos de participación ciudadana y el respeto de los derechos humanos no solo deben ser una prioridad sino objetivo central de todas las estrategias y políticas de gestión del Estado. En ese mismo sentido, debe ser un objetivo nacional la vigencia irrestricta de la libertad de prensa y expresión en todo el territorio nacional, que en el 2011 se vio amenazada por juicios absurdos, el asesinato de tres hombres de prensa y por proyectos de ley que buscan restringir la difusión de información. En el aspecto económico, este nuevo año estará marcado por la crisis que aún golpea a Europa y a Estados Unidos, dos de los principales mercados para las exportaciones peruanas de mayor valor agregado, y por el peligro de enfriamiento de la economía china, el principal destino de las exportaciones de materia prima. Pero, tenemos que mantener la actitud positiva: el Perú no puede dejar de promover la inversión privada, que este año será menor que los anteriores. Cabe recordar que la inversión es la única forma de generar más puestos de trabajo e incrementar la recaudación tributaria, fuente primaria para el financiamiento de los programas y planes de inclusión social del Estado. Esta inversión, como lo hemos reiterado, debe ser respetuosa del ambiente, de los derechos de las comunidades y no cerrarse al diálogo. En atención a lo anteriormente expuesto y de acuerdo a la escalada de conflictos, el Gobierno debe seguir mejorando los mecanismos de diálogo y solución de controversias, para mitigar los actuales y evitar la proliferación y desarrollo de otros nuevos. Asimismo, en el ámbito de las relaciones exteriores, debemos continuar no solo con los procesos de vinculación comercial para desarrollar nuevos mercados, sino impulsar una mayor integración con países, organismos internacionales y bloques de naciones. Del mismo modo, deberá continuarse con el mismo celo y eficiencia el contencioso sobre delimitación marítima con Chile ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, cuyas etapas más intensas podrían iniciarse este año.En suma, así como hay riesgos y amenazas, este año se presenta también como un período de oportunidades para que el Perú pueda consolidar el proceso de desarrollo que lo encamine a ser un país del primer mundo. Ello dependerá estrictamente del compromiso de políticos, autoridades y ciudadanos con el sistema democrático y su apuesta por la inversión y el desarrollo económico sustentable, descentralizado e inclusivo.