Ahora que el Presidente Ollanta Humala ha dado señales de mantener un modelo que ha generado satisfacciones económicas al país, tiene la difícil misión de no sucumbir ante las presiones sociales incitadas por dirigentes que intentan aprovechar la ausencia del Estado en ciertos lugares del país, la pobreza, la desinformación y la falta de compromiso social de algunas empresas. Lo contrario llevaría a que se comience a resquebrajar la buena imagen internacional que ha construido el Perú en los últimos diez años, que le ha valido para atraer inversiones de corporaciones globales y suscribir acuerdos comerciales con países a los que difícilmente exportábamos en el pasado. Moody’s acaba de advertir (lo reseñamos en esta edición) que "a pesar de que el desempeño del Gobierno hasta el momento ha sido alentador", aún existen "dudas acerca del compromiso con una política económica responsable en caso el respaldo popular y político comience a deteriorarse". Para evitar ese deterioro, el Gobierno, como ya hemos dicho en anteriores editoriales, tiene que asumir un papel de liderazgo, actuando con firmeza y democráticamente para aislar políticamente a autoridades regionales y seudodirigentes, como los de Cajamarca, que no están dispuestos a renunciar a sus objetivos personales y partidarios con el fin de sabotear los proyectos de inversión privada. Además, se tiene que rescatar el diálogo y transformarlo en el mecanismo eficiente que permita a los peruanos dirimir sus diferencias y concertar las mejores acciones para sacar a millones de compatriotas de la pobreza, y corregir el proceso de regionalización, que está lejos de ser el instrumento que elevará al país hacia el desarrollo. Ahora, tal como vienen aconteciendo las cosas, no solo corremos el riesgo de perder la oportunidad de solucionar muchos de los problemas de una población tan empobrecida como la de Cajamarca y de viabilizar proyectos de envergadura, como el de Conga, sino que el país se podría afectar como punto de atracción de las inversiones, que tanto nos ha costado rescatar luego de haber atravesado muchos años casi al borde de la bancarrota.