Los niños son generosos. Cuando quieren agradarte, te regalan lo que tienen en la mano, así no sea suyo; y cuando no les agradas, te dicen pícaramente "a ti no". Conforme crecen, aprenden que no deben hacer esas diferencias, que compartir da alegría, que deben cuidar las cosas, especialmente si no son suyas. La vida en sociedad requiere que aprendan, además, el valor del esfuerzo y a respetar lo que no les pertenece.Parece que eso que pretendemos inculcarle a nuestros niños, olvidamos practicarlo los adultos cuando pensamos en los problemas de nuestro Estado.Ante la impaciencia de ver algunas arcas municipales y regionales llenas, incapaces de atender con eficacia las demandas sociales, algunos quieren ahora evitar el ciclo de inversión pública y toda la burocracia para repartir directamente y en efectivo a la población de las zonas mineras los recursos del canon."No hay nada mejor que darle a alguien S/.600 u S/.800 y que los gaste como quiere", dice un destacado economista, candidato presidencial. Si el Estado no funciona, qué mejor que dejar que la propia gente decida en qué gastar. Total, para eso está el mercado, ¿no? ¡Quién no quisiera dinero en efectivo, especialmente sin hacer nada para recibirlo! El argumento es efectista y popular, y en la coyuntura, puede prender rápidamente en el ámbito nacional, deshaciendo todo lo andado en materia de disciplina fiscal. Los peruanos hemos aprendido que además del mercado requerimos Estado, porque el mercado no provee lo que los economistas llaman "bienes públicos" que nos benefician a todos.Así, hoy sabemos que todos los guachimanes de la cuadra no evitan los robos; tener equipos electrógenos privados no garantizan una ciudad iluminada, segregar bien la basura no basta para tener calles limpias; se requieren policías para todos, baja policía diaria, electrificación interconectada y un Estado que haga pistas, carreteras, postas y se encargue de la justicia, las relaciones internacionales, la defensa nacional, el medio ambiente y de nuestra economía.Lo que nos falta es un mejor Estado, ¡especialmente en las zonas más alejadas! Esa es nuestra tarea pendiente.En vez de pulverizar los recursos estatales mediante dádivas clientelistas debemos convertirlos en palancas de desarrollo, condicionando su uso, como en el caso de Juntos, al cumplimiento de metas concretas que permitan a más peruanos ser dueños de su destino.La historia nos enseña que el populismo no es sostenible y regalar no es la solución, sino nuestra maldición. ¡Así no es, PPK!, afirma Beatriz Boza.