Es importante que el presidente Ollanta Humala haya hecho un llamado a la unión nacional. Convocar a las fuerzas políticas sociales a unirse en torno a los grandes temas nacionales y evitar una confrontación innecesaria que divida al país es tan urgente como restablecer un clima de tranquilidad dentro del propio gobierno.Hubiera sido oportuno que en esta ocasión el mandatario se pronunciara también sobre la renuncia del asesor de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), Carlos Tapia, y los problemas que vive Cajamarca, producto del Caso Conga. Ahora se espera que lo haga próximamente, para aclarar los entretelones del distanciamiento de uno de sus principales colaboradores, y luego para explicar al país cuál será la estrategia en el caso de la crisis cajamarquina. Pero, sobre todo, corresponde que el presidente convoque a todos los actores involucrados en estos temas en procura de un consenso básico, indispensable para la gobernabilidad y la resolución de conflictos que ese gobierno en particular se propuso mantener a raya.En el caso de Carlos Tapia, el intercambio de diatribas públicas puede ser muy espectacular para ciertos círculos políticos, pero no favorece en nada la cohesión y la atención a una enorme agenda económica y social que está pendiente. Al parecer, no se ha aprendido aún de experiencias pasadas, en las que ventilar las diferencias en público solo contribuyeron al desgaste de los gobiernos de turno y crearon un innecesario desconcierto de la ciudadanía. En este caso, la situación es más urgente ante las opiniones vertidas por el ex asesor de la PCM en diversos medios de comunicación.En cuanto a los conflictos sociales, tiene razón el presidente cuando hace una invocación a las fuerzas políticas, sociales y a los gobiernos regionales para trabajar juntos, sacar adelante a nuestro país y no estar buscando dividirlo.En el caso de Cajamarca, llama la atención la actitud del gobierno regional y de su presidente, Gregorio Santos Guerrero, antes aliado del partido de gobierno y hoy enfrentado a Ollanta Humala. El Caso Conga exige la aplicación de una estrategia inmediata en la que se delegue responsabilidades a todas las partes involucradas: inversionistas, autoridades y comunidad.En este conflicto, heredado del gobierno aprista, se ha perdido ya bastante tiempo para atacar el problema en su fase inicial, cuando las aguas no se habían desbordado. Si a eso sumamos la actuación de ciertas autoridades regionales y locales interesadas en exacerbar las protestas en lugar de calmar la situación, solo se están creando condiciones propicias para que cunda el desorden y no la unión que reclama el presidente de la República.Los expertos en resolución de conflictos podrían establecer rápidamente un cronograma de acciones para solucionar este problema, cuyos detonantes se dan a conocer a cuentagotas y no precisamente por la iniciativa de los organismos de gobierno.Se requiere una política clara, que se adelante a las crisis. Se necesita restablecer el diálogo, tomar decisión respecto de los estudios de impacto ambiental (EIA) y explicar a la ciudadanía quién gana y quién pierde cuando impera el caos.