Los conflictos socioambientales que generan algunos emprendimientos mineros pueden ser evitados, a través del diálogo, la transparencia y claridad de la información y con la incorporación de la población a los proyectos. Un ejemplo es la saludable asociación propuesta por la Compañía Minera Kuri Kullu S.A. -filial de la canadiense Minera IRL Limited- a la asamblea general de la Comunidad Campesina de Ollachea, Puno, representada por su presidente Edwin Tito Checmapuco. La comunidad ha decidido respaldar el desarrollo de una mina de oro subterránea y una planta de tratamiento para producir más de 100 mil onzas de oro anuales, de la que serán socios en un 5% cuando la mina empiece su producción. La inclusión de las comunidades como accionistas de proyectos que se albergan en el subsuelo de sus tierras es una medida acertada, respetuosa y justa. Es la primera vez que en nuestro país se suscribe un acuerdo de esta naturaleza, de manera voluntaria y no por imposición de leyes que pueden ahuyentar la inversión. El resultado no puede ser mejor: se evitan innecesarios conflictos y la comunidad -tras sus propios mecanismos de diálogo y debate internos- decide convertirse en socio activo que se beneficiará, también, con el éxito comercial del proyecto. Cuatro años atrás, la Compañía Minera Kuri Kullu y la comunidad de Ollachea, en la provincia de Carabaya, firmaron un primer convenio sobre uso de tierra para exploración y explotación de minería artesanal. El australiano Courtney Chamberlain, alto ejecutivo de Minera IRL, ha manifestado: "[Estoy] muy contento de informar que se ha ratificado el respaldo que tenemos de la comunidad a nuestro proyecto".Estamos, pues, frente a un interesante modelo que harían bien en seguir otras mineras, a lo largo y ancho del país. Mediante mecanismos como el referido, las comunidades pueden empezar a confiar en las empresas, en los beneficios del desarrollo social y en la minería ambientalmente responsable. De este modo, también, las comunidades se podrán incorporar al mercado, comprender su dinámica y convertirse en empresarios vigilantes de que "sus" proyectos marchen adecuadamente para el bien de sus familias y del espacio en el que habitan. Esta nueva óptica se ha concretado gracias al doctor Diego Benavides Norlander, gerente general de la minera e hijo del recordado patriarca de la conservación peruana, don Felipe Benavides Barreda.(Edición sábado).