El país vive una escalada de conflictos que se están radicalizando, generados, sobre todo, por los proyectos mineros y su impacto sobre el medio ambiente y en el desarrollo sostenible -social, económico y ambiental- de las comunidades locales.Las actividades minero-metalúrgicas deben empezar a desempeñar, ya, un papel central en el desarrollo sostenible de las comunidades. Ese sector puede y debe actuar como catalizador de un cambio socioeconómico y ambiental positivo que resulte en un beneficio de ida y vuelta, tanto para la empresa como para la población aledaña a las exploraciones y centros de extracción y procesamiento. Para lograr este mutuo beneficio (empresa-comunidad) debe haber una visión a largo plazo; es decir, que la premisa ha de ser la sostenibilidad de la comunidad a largo plazo, una vez concluidas las actividades extractivas.