Los indicadores socioeconómicos ubican a Cajamarca, lamentablemente, como una de las zonas más pobres del norte del país. 3 de cada 10 niños sufren de desnutrición crónica. Solamente se encuentra peor situación en Huancavelica. El 60% de los niños menores de 3 años sufren de anemia y 30 de cada 1,000 niños nacidos vivos muere antes de los 5 años. La tasa del analfabetismo es la cuarta más alta en el país (luego de Ayacucho, Huancavelica y Apurímac). Una vez alcanzada la escolaridad, la tasa de deserción escolar en Cajamarca es la más alta del país con más de 35%. El promedio de años de escolaridad en la población de entre 25 y 64 años es menor a siete años y la más baja del país. Cajamarca es a su vez un departamento desconectado en sí mismo pues carece de una buena conexión vial entre Jaén y su capital. En los últimos años se han hecho esfuerzos para expandir la electrificación a zonas rurales y a la mejora de los sistemas de agua y saneamiento.En este contexto resulta clara la urgencia de revertir las deficiencias en los indicadores del bienestar socioeconómico de la población. Si bien las carencias son razonablemente identificadas en el Plan de Desarrollo Concertado del gobierno regional, su visión de una estrategia de financiamiento del desarrollo apuesta primordialmente a que Cajamarca tendrá que continuar con su patrón tradicional, de competir con otras regiones, con iguales o mayores necesidades, por su parte de los recursos públicos, minimizando el potencial aporte de la gran minería. El reto entonces de las autoridades de la zona y de los líderes locales es que si, como parece, efectivamente desean prohibir la minería responsable en Cajamarca como fuente adicional de recursos para su desarrollo, lo hagan de manera explícita (resalta el mensaje ideológico no tan subliminal del presidente regional de Cajamarca al utilizar una camisa roja durante el último paro en lugar de una verde...). Adicionalmente la estrategia de restricción de las actividades mineras mediante una Zonificación Ecológica Económica que muestra un marcado discurso anti minero configura la posible desviación de uso de una herramienta técnica hacia posibles usos políticos. Si este es el caso, la obligación ética de los líderes de Cajamarca es precisar de manera clara la alternativa que proponen para financiar el desarrollo de quienes los eligieron, señala Gonzalo Tamayo,Socio Director de Macroconsult