Martes 5 p.m. Juan Incháustegui, Abel Salinas y Carlos Herrera, ex ministros de Energía y Minas, forman parte de un panel convocado por el Consejo Nacional del Ambiente (Conam) para debatir los pro y los contra del anillo energético, conocido formalmente como el gasoducto del sur. Terminado el encuentro, el debate se extiende en las afueras del recinto. Las preguntas que intentaban esclarecer eran: ¿Camisea tiene las reservas suficientes para abastecer a los países del sur? ¿Es necesario que el Perú firme el acuerdo del anillo energético? ¿Tiene el Perú ventajas para negociar?La conversación de los ex ministros coincidía con una reunión entre representantes de Chile, Brasil, Argentina, Perú, Paraguay y Uruguay, que se realizaba en Montevideo para estudiar el acuerdo que permita la construcción del gasoducto y el abastecimiento de gas para estos países.Para los tres ex ministros quedaba claro que Chile, hábilmente, estaba empujando este acuerdo. Por ello, el ministro de Energía de Chile, Jorge Rodríguez, anunció la semana pasada que el acuerdo tiene un avance del 90% y que se firmaría el próximo 8 de diciembre. ¿Por qué la premura? Chile tiene que solucionar su problema de falta de energía. No logró un acuerdo para obtener gas de Bolivia y ahora se está jugando su segunda (¿última?) carta: el Perú. Y es que hace veinte años Chile apostó por sustentar su crecimiento en el gas natural, por lo cual gran parte de su aparato productivo y eléctrico depende de este combustible. Tras la restricción impuesta por Argentina para abastecerlo de gas, ha buscado alternativas para solucionar su crisis y por ello está impulsando el anillo energético. Argentina la ha respaldado y a Brasil la idea de obtener nuevas fuentes de gas no le incomoda. (Edición domingo).