Finalmente el Congreso de la República reaccionó de modo positivo y armó el consenso necesario para elegir a Beatriz Merino como titular de una de las pocas instituciones prestigiadas que tiene el país: la Defensoría del Pueblo.Algunos han interpretado que con ello se saca de carrera a una candidata calificada para competir con ventaja en las elecciones generales del 2006. Lo cierto, sin embargo, es que el país ha recuperado a una personalidad política de enorme credibilidad y probada trayectoria profesional y ética para desarrollar una importante labor en lo que ella misma ha resumido como "representar los intereses de los que no tienen voz".¿Cuáles son los alcances de esa representación y los grandes retos de la nueva defensora del pueblo? ¿Qué espera la ciudadanía de este órgano constitucional encargado de proteger, con eficacia e independencia, sus derechos?En principio, que prosiga la buena gestión de más de cuatro años del doctor Walter Albán y su equipo. Pero sobre todo que defienda al ciudadano de los abusos de un Estado que, cual ogro filantrópico, no solo no representa a muchos, que se sienten ciudadanos de segunda categoría, sino que aparece como burocrático e ineficiente. Acercar al Estado al país es la primera tarea de Merino, una labor difícil que tal vez permita iniciar esa reforma estatal que, por culpa del Ejecutivo y el Legislativo, sigue durmiendo el sueño de los justos.(Edición sábado).