La reciente encuesta de Apoyo sobre valores evidencia una curiosa y malsana realidad: según la misma, los valores que los peruanos decimos necesitar para salir adelante son casi idénticos a los que ignoramos más.Así, como lo demuestra el sondeo, al tiempo que declaramos necesitar por sobre todo la honestidad, la puntualidad y el respeto a las leyes, nos quejamos de ignorar los mismos.Resulta que sabemos lo que nos hace falta para progresar, pero no estamos dispuestos a hacer lo que, naturalmente, no tiene sentido. En el fondo, esto revela una malsana tendencia a atribuirle el problema --y en este caso, el Perú-- al otro, pero sin reconocernos como parte de ese mismo universo. Somos, para poner un ejemplo, como el hombre que cruzando indebidamente la luz roja recrimina al otro que hace lo mismo en la otra calle. Esta encuesta acaba siendo, entonces, un severo llamado de atención a los peruanos y nos recuerda, una vez más, que el cambio nacional comienza, inevitablemente, dentro de cada uno de nosotros. Es un problema de cultura y de civismo que tiene que ser abordado por los políticos y por los científicos sociales, pero también por los padres de familia y los líderes de opinión.En todo caso, hay que predicar con el ejemplo, elaborar reglas claras e imponer sanciones drásticas a los transgresores. ¿Por qué no empezar castigando la impuntualidad?