El sector minero peruano no solo necesita que lo quieran, sino que la población le crea. En ese sentido, no puede darse el lujo de dar mensajes equivocados que vayan en contra de lo que pregona.La minería no solo está representada por las empresas mineras en sí, sino por los cientos de proveedores de productos y servicios que giran a su alrededor, y que cada dos años llegan a Arequipa, levantan stands, reparten toneladas de papelería, contratan a anfitrionas de pequeñas minifaldas y ajustadas mallas (de US$300 el día), y le dan al evento ese acento frívolo y dispendioso del cual el sector quiere desligarse.Tomar estas actitudes no tendría absolutamente nada de malo si esto fuera un evento como Minexpo que se realiza en Las Vegas, EE.UU. Total se trata de un país desarrollado en el cual la minería no tiene mayores problemas sociales. Sin embargo, el Perú es otra realidad. La minería se desarrolla en zonas pobres, de altura, donde los problemas sociales (por cientos de motivos) aún no han sido resueltos. ¿Cómo hacer que comuneros de Apurímac traídos al Perumin por una empresa minera para hacerlos partícipes de los logros del sector se sientan identificados ante los excesos que presenta la feria minera? Habría que ser más consecuentes entre el discurso y lo que se demuestra en la práctica. Esta es una tarea pendiente para el próximo Perumin del 2013.(Edición sábado).