La distancia entre lo obtenido por los gobiernos de Alan García y Ollanta Humala como contribución extraordinaria del sector minero ha dado lugar a explicaciones que no solo permiten entender mejor la negociación sino, también, el nuevo contexto político y económico por las diferencias entre ambas administraciones gubernamentales.Entre los interesados por encontrar una explicación a la distancia que hay entre los S/.2,283 millones de García y los -probablemente- S/.15,000 millones de Humala, están los propios apristas, especialmente los que creen que el ex premier Jorge del Castillo fue factor clave del descalabro electoral aprista.Compañeros como Mauricio Mulder aportaron una explicación adicional: los mineros aflojan el bolsillo cuando el gobierno les pone una pistola en la sien. Pero Pedro Martínez, el presidente de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE), descartó esa versión ayer en La República."Ese es un análisis bien simplista", dice, y atribuye la diferencia al aumento del precios de los commodities". Por ejemplo, el cobre estaba 60% menos de su precio actual”. A ello aludió mi columna del lunes (‘Comparación odiosa’): "Hoy la minería peruana es mucho más grande y tiene mejor perspectiva que hace cinco años". En efecto, los precios son mucho más altos y, además, el sector creció bastante durante el lustro pasado.Pero siendo cierto lo que señala el presidente de la SNMPE, constituye una interpretación parcial que podrá servir para limpiarle la cara al gobierno aprista -y, de paso, mejorar la imagen del propio sector minero- pero que no llega a explicar cabalmente la diferencia de más de seis veces entre lo negociado por los gobiernos de Humala y García.La otra parte de la historia no tiene que ver con los cambios ocurridos en la actividad minera -en su tamaño local y en los precios internacionales- sino en la escena política nacional.Esto significa un gobierno con prioridades y voluntad políticas diferentes. Asimismo, una mayor toma de consciencia del empresariado -nacional y extranjero- sobre la importancia de financiar la inclusión social, lo cual implica un distanciamiento de los líderes empresariales que llevaron la voz cantante durante el gobierno aprista y que hoy parecen algo desfasados.Por último, pero no por ello menos importante, hay una diferencia relevante entre los negociadores de cada gobierno, lo cual implica designar personas que defiendan la posición del Estado en lugar de actuar como felpudos de los gremios empresariales.En ese contexto, suena bien ridícula la explicación de Jorge del Castillo, el negociador del ‘óbolo minero’ que hoy señala que lo conseguido por el gobierno actual es solo "algo más" que lo pactado cuando él era premier, afirma Augusto Álvarez Rodrich.