La creación de un ministerio dedicado al desarrollo y la inclusión social es bienvenida, sobre todo vista la necesidad de aglutinar los programas sociales existentes y administrar responsablemente los planes propuestos por el presidente Ollanta Humala durante la campaña. Ahora que el Gobierno acaba de remitir al Poder Legislativo un proyecto de ley para constituir el nuevo ministerio, debe remarcarse la urgencia de modernizar el aparato de apoyo social, mejorar su focalización y evitar la pérdida y filtración de fondos del erario.Al respecto, es oportuno que el economista Kurt Burneo –actual ministro de la Producción y quien asumiría la conducción de la nueva cartera– haya anunciado que esto no perjudicará la caja fiscal, pues los programas sociales que están en manos de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) o en el Ministerio de la Mujer pasarán al de desarrollo e inclusión social con todos sus presupuestos. Sin embargo, no debe olvidarse que no es la primera vez que los programas sociales cambian de manos, pero sin resolver los problemas de fondo: desordenada y burocrática administración, filtraciones escandalosas de personas que no pertenecen al grupo objetivo, duplicación de esfuerzos y hasta corrupción. Luego, también, el país está cansado de que estas formas de asistencialismo sean utilizadas, como ha sucedido reprensiblemente en el pasado, como vías de clientelaje político, para ganar votos, pagar favores de campaña o mantener incondicionalidades. Le tomamos la palabra al presidente del Consejo de Ministros, Salomón Lerner Ghitis, quien ha anunciado que este ministerio tendrá un papel rector, no asistencialista y orientado a explotar el componente productivo de los programas sociales. Es el caso de Juntos que aún no ha pasado a la segunda etapa de su desarrollo, es decir, a la formulación de proyecto de desarrollo que permita a las familias beneficiadas no solo recibir dinero del Estado, sino emprender microempresas y pequeñas empresas, con lo que puedan sostenerse en el futuro. Y, así como debe evaluarse a fondo los pros y contras de los sistemas de subsidio directo tiene que observarse también las experiencias de otros países, como Brasil, y de entidades eficaces en el área como Cáritas. Los puntales de este gobierno, crecimiento con inclusión social, no pueden funcionar el uno sin el otro. Por lo mismo, por un lado debe tenerse cautela y responsabilidad en la formulación de presupuestos sociales y el uso de fondos fiscales, pensando en el momento crítico que vive el mundo y podría afectarnos. Luego, por el otro lado, tiene que garantizarse que este nuevo ministerio implemente una estructura moderna, con métodos y presupuestos por resultados y apoyo focalizado, para lo cual debe convocar a personal técnico y especializado, e implementar controles, vallas y parámetros medibles. Solo así el manejo de los programas sociales podrá conducirse con criterios técnicos, objetivos y eficientes, mientras se termina de formular una política de Estado social y transversal que trascienda a los gobiernos de turno.