Parecería estar aflorando un consenso entre el nuevo Gobierno y los líderes empresariales para que el anunciado impuesto a las "sobreganancias" no afecte la competitividad del sector minero. Estamos lamentablemente frente a una contradicción en los términos. No es posible aumentar los impuestos a las ganancias derivadas de una cierta actividad sin, a la vez, aumentar sus costos. Supongamos que la rentabilidad esperada por un inversionista, neta de impuestos, sea de 14% al año. Para que tenga sentido invertir en una nueva mina o en el desarrollo de otra ya existente, el negocio debe generar un rendimiento sobre el capital invertido de 20% al año, antes de impuestos. Supongamos ahora que la tasa del impuesto a la renta sube de 30% a 50%. Para que el inversionista reciba el 14% neto que espera, el rendimiento sobre el capital, antes de impuestos, tiene que subir a 28%. Quiere decir que, si el capital invertido es como 100, el costo de capital aumentaría de 20 a 28, esto es, un aumento de 40%.Dicho aumento no aparecerá en los estados financieros de la empresa. La contabilidad financiera no registra el costo del capital invertido por los accionistas como un costo de producción. Pero no por eso deja de ser un costo relevante. Podría decirse inclusive que es el más relevante de todos: es el costo que es decisivo para emprender o no emprender la inversión. ¿Qué impacto tiene un aumento del costo de capital sobre la competitividad? Sigamos con nuestro ejemplo. Digamos que para producir mil libras de cobre al año necesitamos $2,000 de mano de obra y una inversión de $10,000, que el inversionista espera le rinda $2,000 al año, antes de impuestos. A un precio de $4 la libra, nuestro yacimiento cubre todos sus costos; es rentable y competitivo. Pero en cuanto sube la tasa del impuesto a la renta y hace aumentar el rendimiento esperado sobre el capital invertido a $2,800 por año, nuestro yacimiento deja de ser competitivo. Las minas que ya estén operando sufrirán sus pérdidas en silencio, pues como vimos un rendimiento insuficiente sobre el capital invertido no queda registrado en los estados financieros. Pero las que todavía estén en estudio serán evaluadas de acuerdo con la rentabilidad neta que se pueda obtener, dadas las nuevas condiciones. Probablemente un impuesto a las sobreganancias que grave las utilidades operativas, como ha sugerido la Sociedad de Minería, sea mejor que un aumento de las regalías. Pero no por el hecho de limitarse a gravar las utilidades operativas se va a dejar de afectar la competitividad minera, señaló el economista, Ivan Alonso.