Sin lugar a dudas el frente de mayor polémica en el lado inversor estará en el lado gasífero y minero. Ambos son vistos por el presidente electo Ollanta Humala y su designado ministro de Energía y Minas, Carlos Herrera Descalzi, como un grupete de empresas que se han forrado de dinero en los últimos años, no ha contribuido con lo que les toca y por lo tanto es justo y necesario que ahora paguen todo lo que sea posible.No vamos aquí a buscar culpables de esta falsa y extrema percepción, pero creo que ha llegado el momento de que tanto las empresas mineras como los integrantes del Consorcio Camisea, TGP y, en especial, Pluspetrol, constituyan un espacio de diálogo donde se desmitifiquen varios temas y juntos con los nuevos administradores del Estado establezcan una política minera inclusiva y un desarrollo gasífero en todo su esplendor.Los peruanos perderíamos si es que triunfan las posiciones obsecuentes de ambos lados. Por ejemplo, si es que la administración Humala impone a rajatabla una mayor carga tributaria que devuelva al país a la zona de exclusión de países con mayor riesgo inversor, matará a la gallina de los huevos de oro, perjudicando a las regiones y gobiernos locales que hoy subsisten gracias a la minería.Igualmente, si Humala quiere seguir el ejemplo de su pata Evo Morales y hacer que por arte de magia (llámese subsidio rabioso y control de precios delirante) rebaje el balón de GLP a S/. 12.00, todo por cumplir una absurda promesa electorera, pues lo único que hará será desincentivar las inversiones en exploraciones, con lo cual los pozos se secarán y adiós Pampa Mía (Melchorita), con lo cual nuestro futuro será más negro que el petróleo de Hugo Chávez, señala José Luis Patiño.