¿DÓNDE ESTÁ EL PILOTO?
15 de julio de 2011

El periodista Enrique Castillo escribe.¿Ollanta Humala es realmente consciente de la responsabilidad que tiene entre sus manos y de la tarea que tiene pendiente por resolver? Parece que no. Porque si realmente supiera a qué se está enfrentando, no cedería al glamour de los viajes; no estaría dilatando tanto la conformación de su Gabinete Ministerial; ni estaría manejando tan erróneamente el caso de su hermano Alexis. El país, para poder confiar y para comprometer su apoyo, necesita ver en sus autoridades recién elegidas un liderazgo claro y una conducción firme, una actitud franca y una relación cercana. Nada de eso tenemos. En nuestra columna anterior señalábamos que nos parecía bien que un presidente viaje e intercambie experiencias con sus pares, a fin de abrir sus horizontes y reconocer la realidad global. Sin embargo, esos viajes terminan convirtiéndose en accesorios y hasta innecesarios cuando se tienen retos y tareas tan importantes pendientes, y cuando se enfrentan situaciones difíciles o crisis en ciernes, de cuya solución depende que la población mantenga su apoyo o cuando menos su expectativa. La conformación de este Gabinete Ministerial tendrá una significación especial por cuanto de ello dependerá la generación de confianza. Su convocatoria debió ser una tarea cuidadosa con especial dedicación y sin sospecha de improvisación o de llamadas de última hora. Es más, los nombres debieron estar ya definidos y listos solo para una segunda evaluación y ratificación. Un primer gabinete es como la famosa "primera impresión", de ello va a depender mucho. Sin embargo, y apoyado en un criterio para nosotros errado de que el presidente electo no debía estar presionado, Ollanta Humala se ha tomado todo el tiempo, y parece querer resolver el asunto de su Consejo de Ministros en entretiempos entre viaje y viaje. Y lo de su hermano Alexis es la mejor prueba de esa falta de conciencia a la que nos referimos en el primer párrafo. No sabemos si es porque hay muchas más cosas aún no conocidas y reveladoras; porque simplemente no hay un verdadero interés en demostrarle a la ciudadanía un real y verdadero compromiso contra todo aquello que parezca o se asemeje a la corrupción, o porque no hay carácter ni actitud para "cuadrar" a la familia y resolver con energía una situación como esta. Pero lo cierto es que el daño que Ollanta Humala se está haciendo con esto es realmente grande. Y no solo porque de aquí en adelante la población dejará de creerle y empezará a sospechar, o porque puede quedar en evidencia que Humala no tiene el carácter que decía tener, sino porque esto lo mancha y no le permitirá contar con colaboradores de primera que preferirán no arriesgarse a verse envueltos en algún escándalo. El país espera para ser gobernado y bien conducido.

  • [Gestión,- Pág. 30]
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