En estos días se viene comentando la posibilidad de establecer nuevos tributos o subir las tasas para así incrementar la presión tributaria. En el Perú, la presión tributaria actualmente llega al 14.8% del PBI. Si bien éste es un porcentaje ligeramente inferior al promedio regional, no es el más bajo de todos. La pregunta inmediata sería: ¿acaso las tasas impositivas en el Perú son bajas" Definitivamente no. Nuestra tasa del Impuesto a la Renta es de 30% para las empresas y para las personas naturales de mayores ingresos. Además, las empresas deben pagar a los trabajadores una participación de utilidades, que fluctúa entre el 5% y 10% de acuerdo con el sector económico. Y antes de repartir las utilidades, se debe pagar un 4.1% adicional como impuesto a los dividendos. Por lo tanto, la ganancia que los inversionistas reciben después de pagar impuestos y distribuir utilidades varía entre 55% y 60%. Además, la empresa debe asumir todas las pérdidas si las hubiera. Resulta entonces que las tasas impositivas en nuestro país están en realidad entre las más altas de la región.Por otro lado, el 18% de IGV es una tasa mayor al promedio sudamericano. Este impuesto encarece los productos y, por ende, reduce las ventas por debajo del punto de equilibrio entre la oferta y la demanda natural. Es un impuesto compartido que disminuye los beneficios de consumidores y productores. Entonces, si las tasas impositivas nacionales son así de altas; ¿Por qué se dice que la presión tributaria es baja?Como consecuencia de los altos índices de informalidad en nuestro país, son muchos los que no pagan IGV ni el IR. Estudios recientes evidencian que de los aproximadamente $154 mil millones de PBI, sólo el 40% se genera por actividades formales. Por lo tanto, somos los que cumplimos con la ley los que cargamos con el pago de todos los tributos. Por ello, no es justo que se nos castigue con más o mayores impuestos, pues lo correcto sería encontrar la manera de asegurar que por lo menos la gran mayoría de las empresas y personas naturales se formalicen. Desde el punto de vista del número de las empresas y personas, y no desde el tamaño de la economía, la situación es más dramática aún. Según la OIT, del 100% de la Población Económicamente Activa (PEA), sólo el 25% está dentro de la formalidad y paga todos los impuestos de ley. El gran 75% evade parcial o totalmente. Entonces, ¿qué pasa cuando suben las tasas de los impuestos o se crean nuevos tributos" Cuando eso ocurre, las empresas y personas que trabajamos dentro de la formalidad, cualquiera sea el tamaño o condición socioeconómica, tenemos que pagar más impuestos. Sin embargo, el 60% de la economía o el 75% de la PEA informal continuará evadiendo. A mayor tasa impositiva, mayor será el incentivo -perverso por cierto- de no pagar, ya que la empresa informal obtiene un doble beneficio: no paga el IGV, y como no contabiliza sus ventas, no está afecta al IR.Así, la informalidad es más rentable y, por lo tanto, más competitiva. Las empresas competidoras formales, de similares características y condiciones, se ven forzadas por ello a utilizar tácticas similares para sobrevivir. Esta insólita situación, que recarga sobre un pequeño número el pago del grueso de los impuestos -que, como vimos al comienzo, no son bajos-, deriva en una menor presión tributaria, pese a que existe una elevada tasa impositiva. El Estado debe encontrar una solución eficaz para ampliar la recaudación y establecer una carga tributaria justa para todos. Con el crecimiento de la economía, los formales hemos ido pagando más y más impuestos -triplicándose en la última década- y una parte importante de los mismos está aún sin invertir en las cuentas del Estado, de las regiones y municipalidades. Sólo durante el año 2010, regiones y municipalidades tenían programado como gasto de capital S/.22,600 millones. Sin embargo, al cierre del año, sólo ejecutaron S/.15,500 millones. Por lo tanto, les quedó, sólo en ese año, más de S/.7,000 millones en caja, señala Dionisio Romero Paoletti.