HACIA UN ESTADO CON MÁS INVERSIÓN E INCLUSIÓN SOCIAL
21 de junio de 2011

Si bien las cifras oficiales señalan que la pobreza y la pobreza extrema muestran una importante reducción, y que el Estado ha incrementado su inversión en los programas sociales, aún resta mucho por hacer para elevar el bienestar de la población más desprotegida y gestionar mejor la atención social que recibe.Según Enrique Vásquez, experto en políticas sociales, el Perú necesita una gran transformación. En principio, la desigualdad es aún un lastre. Si comparamos el decil más pobre con el decil más rico, la diferencia es de 13 veces más, un panorama que probablemente no se perciba en las ciudades, pero sí en el campo. Allí el 83% depende del agro y la ganadería, lo cual lo convierte en el sector poblacional donde debería aplicarse un ‘shock’ de inversiones, el mejoramiento de la infraestructura y su productividad.Sin embargo, como hemos señalado en esta columna, este escenario no cambiará si el Gobierno sigue sin diferenciar entre la ejecución de estrategias y políticas agrarias orientadas a mejorar los aspectos técnico-productivos, el manejo de cuencas y el uso adecuado de aguas, de aquellas otras estrategias y políticas de desarrollo rural, responsables de atender la realidad económica, social y cultural de las sociedades rurales o poblados menores. Para Vásquez, el próximo gobierno tiene que enfrentar la pobreza por dos caminos. Con más inversión que genere empleo y preocupándose por que la ayuda que brinda a través de los programas sociales atienda a quien realmente la necesita. Se ha conseguido bastante con otorgar DNI a los hijos de las familias beneficiadas, lo que permite el empadronamiento. Pero aún se malgasta en infiltraciones: 144 millones de soles al año solo en el Vaso de Leche, que atiende a un millón de personas sin merecerlo por favores políticos. Una mala práctica que se vio en la pasada campaña electoral cuando ciertos candidatos al Congreso regalaron desde cocinas hasta alimentos en busca de un voto.Esto tiene que cambiar. Debe gestionarse mejor la ayuda social. Juntos debe ampliarse sobre todo en las zonas rurales, pero también ingresar a su segundo tramo: la promoción de pequeñas empresas o negocios familiares. Se ha reducido el nivel de desnutrición, pero el apoyo estatal solo se enfatiza en la entrega de alimentos y no la inversión en la educación de las madres. Luego, debe mantenerse la coordinación con las regiones para que inviertan mejor sus recursos. Y, finalmente, revolucionar la educación. Allí está el caso de Puno. Ha recibido recursos e infraestructura, pero no educación de calidad. Los que protestan son jóvenes que por falta de capacitación ingresan al mercado informal. El Estado tiene que recuperar presencia allí y revertir el déficit en materia de colegios y postas.Otro caso es el sector minero, que podría verse afectado en un par de años por la falta de personal capacitado. Hoy muchos emigran en busca de mejores oportunidades y los que se quedan carecen de formación suficiente. El Estado debe asumir su responsabilidad, pero también los empresarios, ahora que la Confiep se ha comprometido con la reducción de la exclusión social. ¿Por qué no empezar con la formación de nuevos talentos allí donde el Estado no puede estar presente?Parafraseando a Vásquez, se requiere pues "crear un Estado pro pobre que oriente al inversionista a sectores como manufactura, agroindustria y construcción", que generan empleo sobre todo entre las personas menos calificadas. El Perú ha crecido y se halla en una situación expectante respecto a la región, gracias a las políticas que se desarrollaron en la última década y que hoy deben tener continuidad.