Calmados los ánimos de quienes sintieron temor por su triunfo, el presidente electo Ollanta Humala ha podido continuar con su agenda y hoy se encuentra en plena gira, visitando a sus futuros colegas en Sudamérica. Han sido tres días durante los cuales tuvo que reafirmarse en los temas de su "hoja de ruta" y en asegurar que no habrá estatizaciones y que defenderá la economía social de mercado que consagra la Constitución. Ciertamente, palabras tranquilizadoras que ayudarán a perfilar su gestión.Existe, sin embargo, un asunto que necesita ser precisado y tiene que ver justamente con la Constitución: el rol subsidiario del Estado, sobre el cual Humala persiste en su propuesta de modificar el artículo correspondiente. Teniendo en cuenta sus argumentos, consideramos que no es necesario hacerlo. Tampoco es recomendable que se haga, porque se enviaría un mensaje que generaría intranquilidad y absorbería demasiados recursos de un programa de gobierno que, estamos seguros, está cargado de prioridades.Si lo que se busca es cubrir la ausencia del sector privado allá donde no está presente, el artículo 60 de la Carta Magna precisa: "Solo autorizado por ley expresa, el Estado puede realizar subsidiariamente actividad empresarial, directa o indirecta, por razón de alto interés público o de manifiesta conveniencia nacional. La actividad empresarial, pública o no pública, recibe el mismo tratamiento legal". Hay que recordar que este mandato ya se ha aplicado, por ejemplo, para la creación de Agrobanco.Ese candado ha servido para impedir intentos de reconvertir al Estado en empresario. Modificarlo, o, peor aún, eliminarlo, pondría en entredicho la defensa de la iniciativa privada que el presidente electo se ha esmerado en reconfirmar. Tampoco ayuda que la propia Confiep, que representa a gran parte del sector privado, haya decidido pasar por alto esa propuesta de Gana Perú, cuando hace apenas una semana la criticaba.En suma, no hay que confundir el rol subsidiario del Estado con la creación de empresas públicas. Hay tareas que requerirán toda la atención del próximo Gobierno (educación, salud y seguridad, por ejemplo) como para pensar en revivir aventuras empresariales que una y otra vez han probado ser nefastas.