Aplicar un impuesto a las sobreganancias mineras en nuestro país es un despropósito si se tiene en cuenta que la carga tributaria que ya soporta este sector es más pesada que la de los países que compiten por inversiones con el Perú (como revela, por ejemplo, el Índice Fraser).Además, este sector, que participa en el PBI total con menos del 8%, sin embargo contribuye con más del 32% (anual) de la recaudación del Impuesto a la Renta y cerca del 13% de la recaudación total. Aumentarle la carga tributaria total puede ahuyentar las inversiones y disminuir (o privarnos) de una de las principales fuentes de recursos fiscales.Si el nuevo gobierno aplica un impuesto de esta naturaleza, como han reiterado recientemente el presidente electo y sus voceros, deberían tenerse en cuenta algunos aspectos centrales a fin de dar las señales adecuadas al mercado. El mensaje debería ser unívoco de parte de Gana Perú, ya que si bien se enfatiza que el impuesto no afectará la competitividad del país para atraer inversiones, hay diferencias en los mensajes que emiten los voceros. Hasta ahora no han definido con claridad qué es lo que se entiende por sobreganancia. Otro tema oscuro está referido a si se trata de un impuesto o de aumentar las regalías (o ambas cosas); o si las tasas a aplicarse serán fijas o escalonadas y si se aplicarán sobre la utilidad operativa (a mayor utilidad mayor impuesto) o sobre las ventas.Por lo pronto, Luis Alberto Arias, miembro del grupo de asesores de Gana Perú y experto en materia tributaria, ha planteado que la carga tributaria minera global (que incluye todos los impuestos que paga este sector) para que sea competitiva, debe fluctuar entre 40% y 50% de las utilidades. El problema es que con el esquema actual pueden haber empresas pequeñas que ya estén pagando 60%, es decir, más que en Chile. Los empresarios mineros mantienen dudas sobre este impuesto, aunque algunos, por ejemplo Roque Benavides Ganoza (en su blog), consideran razonable la posición de Arias que se orienta a que el Estado y las empresas mineras compartan beneficios y riesgos, sobre todo con mantener la tasa actual del Impuesto a la Renta en 30%. Debe primar la cordura y no la premura de contar con recursos para financiar los programas sociales que se prometieron en la campaña para ganar la elección.