El proceso eleccionario llega a su fin. Con resultados de la ONPE cercanos ya al 100%, no queda duda de que, tras una reñida competencia democrática, ha resultado ganador el señor Ollanta Humala, comandante en retiro que asumirá las riendas del país por los próximos cinco años. En lo formal, es saludable que el triunfo haya sido reconocido por la lideresa del grupo perdedor, Keiko Fujimori, el presidente en ejercicio Alan García y mandatarios de otras naciones.Sin embargo, a pocas horas de la elección, que culmina un proceso impecablemente democrático, se ha producido una histórica y preocupante caída de la BVL en casi 13%, que demuestra la enorme inquietud del mercado local y foráneo ante un candidato que no ha podido superar la imagen de estatista y cercano al desastroso modelo autoritario y antiprivado del chavismo. Se trata de percepciones, y quizá podría haber algunos ingredientes especulativos por parte de quienes quieren pescar en río revuelto, pero es innegable que el mercado reacciona con incertidumbre, a la espera de señales claras y definitivas de que el nuevo gobierno mantendrá las líneas maestras del clima político, jurídico y económico que ha hecho posible el crecimiento promedio anual de 5% y la irrupción del Perú como una economía emergente.Como lo señalan los expertos y el sentido común, compete ahora al nuevo gobernante electo asumir la responsabilidad que le corresponde y demostrar al país, y a los inversionistas, que es coherente con el mensaje moderado, reactivador, concertador e inclusivo que prometió en la segunda vuelta; y que ha dado vuelta de página al plan primigenio de corte estatista, interventor y sin bases reales. Esa es la propuesta que convenció a muchos indecisos, y que fue apoyada por partidos como Perú Posible e intelectuales, que ahora tienen que ser consecuentes con esa postura. En síntesis, hay que prestar oídos a esta respuesta inicial del mercado, muy negativa. Es verdad que el contexto internacional es poco estable en estos momentos, pero tampoco se puede pretender atribuir la caída de la bolsa peruana a teorías conspirativas. Debemos asumir que la bolsa y el mercado en su conjunto, aquí y en cualquier parte del mundo, son sensibles a los cambios políticos y, en este caso, cuando acaban de integrarse las bolsas de Lima, Santiago y Bogotá, resulta necesario evaluar el problema y tomar medidas urgentes que demuestren que la economía local es estable, predictible y rentable. Permitir que se sigan depreciando los activos peruanos sería sumamente negativo para el engranaje de la economía y los proyectos de nuevas inversiones que están a la espera de decisiones gubernamentales concretas.El tiempo apremia, pero es evidente que una opción política que postula a ser gobierno debió prever una coyuntura como la que se vive ahora. En tanto, si bien es importante que se haya nombrado a algunos representantes de Gana Perú para encargarse del proceso de transferencia, el presidente electo debe entender la urgencia y necesidad de nombrar a las principales autoridades, como el jefe del Gabinete y el ministro de Economía, piezas claves del manejo económico. Estas deben ser personalidades de reconocido prestigio profesional e incuestionable apego a los principios de la economía social de mercado, que puedan ser interlocutores válidos con las fuerzas de oposición, pero también con los agentes económicos, los organismos financieros internacionales y la banca de inversión. Con la misma preocupación debe seleccionarse a quien ocupará la presidencia del Banco Central de Reserva, cuya autonomía tiene que ser garantizada.Se trata de recobrar la confianza en el país y en su manejo político y económico, para superar un eventual estado de incertidumbre y parálisis producto de esta elección, antes de que haya más efectos negativos en cadena que perjudiquen el dinamismo privado, el manejo fiscal y cualquier plan de crecimiento y redistribución, como se ha prometido.El nuevo presidente de todos los peruanos, que ha prometido apertura y concertación, debe enfrentar como estadista esta primera prueba de fuego, descartar cualquier forzado cambio constitucional y salir a dar un mensaje tranquilizador a los ciudadanos, al mercado y a los sectores económicos. En ese sentido, debería incluso evaluar la pertinencia de una gira por los países que tienen mayor inversión en el Perú, como Inglaterra, España, México, Estados Unidos, Brasil y Chile. Las demoras en el ámbito económico, como todos lo sabemos, cuestan mucho dinero, posibilidades de inversión y puestos de trabajo, y afectan finalmente a los más pobres.