Más que una fuente plural de discusión fue la segunda mesa redonda que, camino a las elecciones generales 2006, convocó y organizó El Comercio. Además de medir el pulso de los diferentes partidos concurrentes, ella sirvió para poner en evidencia las amenazas, debilidades y oportunidades de nuestro precario sistema político.Dos fueron los temas más importantes en esta mesa, en torno a la cual se sentaron once de la treintena de agrupaciones inscritas en el Jurado Nacional de Elecciones.En primer lugar, la urgencia de no alterar las reglas de juego electorales a escasos meses de la contienda política, y segundo, la exigencia de imparcialidad y de neutralidad al Gobierno, pedido que también plantearon representantes de los órganos electorales, algunos analistas políticos y voceros del propio Ejecutivo en la primera mesa redonda, realizada hace una semana en El Comercio.En esta última cita, además, hubo un tercera conclusión: Para no repetir los errores del pasado y hacer de las elecciones 2006 un proceso cualitativamente eficiente y ejemplar, se planteó la necesidad de constituir una mesa de partidos, a través de la cual se pueda revalorar el diálogo interpartidario y fijar los puntos mínimos de concertación y gobernabilidad que necesita el país. Dialogar no es pactar, diría el Apra. Pero como fundamentó el secretario general de este partido, Jorge del Castillo, una mesa de diálogo entre las diferentes fuerzas políticas podría contribuir a encontrar salidas conjuntas, por ejemplo al tema del transfuguismo en el Congreso y para buscar consensos en lo que respecta a la reforma constitucional.Una mesa de diálogo interpartidario también permitiría elevar la calidad del debate político, definir una agenda común que aborde los defectos del quehacer partidario y la manera de corregirlos, consolidar acuerdos que contribuyan a devolverle confianza a la política y, en general, dotar al país de un sistema de partidos hoy inexistente.