Sea que uno aspire a ser propietario de un terreno, a tener una empresa rentable o a crecer y desarrollarse, toca esforzarse. En el caso de los peruanos, sin embargo, todo el esfuerzo del mundo no nos garantiza esa calidad de vida, pues en muchos casos faltan las condiciones básicas, como carreteras, agua y desagüe, electrificación, escuelas y centros de salud. Allí radica el aporte del Estado a nuestro progreso, aporte que se hace más necesario en las zonas alejadas del país. Ese aporte se materializa con frecuencia a través de la obra pública. Sin carreteras que articulen el país, difícil que los productos agropecuarios puedan acceder al mercado; sin agua potable es difícil imaginarse condiciones mínimas de salubridad; sin electricidad, escuelas y centros de salud difícil pensar en condiciones dignas de desarrollo para la gente. Una buena obra pública contribuye de manera eficaz a combatir la pobreza y democratizar las oportunidades. A nivel local, uno se sorprende cuánto se puede hacer con tan poco. El impacto de un canal de regadío, de una posta médica o de un buen sistema de basura muchas veces no requiere millones sino pequeñas inversiones bien hechas para sacar a todo un pueblo adelante. Especialmente ahora que más de 120 municipios están recibiendo, cada uno, solo en canon minero más de un millón de soles, la obra pública bien realizada podría ser una eficaz palanca para el desarrollo local. ¿Pero sabía que no contamos con un sistema que nos garantice que eso ocurra? Más allá de la buena voluntad de algunas autoridades locales, no hay mecanismos de vigilancia ciudadana sobre el gasto público.Y no hay vigilancia porque falta transparencia. Un trabajo de campo realizado el año pasado por Ciudadanos al Día con Desco, en 44 distritos, 15 provincias y 11 gobiernos regionales evidenció que, de cada dos municipios en zonas alejadas, uno no da a conocer localmente su presupuesto ni sus proyectos de inversión. Peor aún, tres de cada cuatro de ellos no publican quienes son sus proveedores. ¿Si la gente no sabe en qué se gasta, cómo puede vigilar su adecuada ejecución y, sobre todo, si ese gasto responde a lo que necesitan?En vísperas de un proceso electoral, con demandas sociales crecientes y presiones por más gasto público, toca preocuparnos por que las autoridades no malgasten en temas de ornato, hagan y rehagan plazas, construyan anualmente monumentos y coliseos o hagan 'caja chica' para su campaña electoral. ¡Hagamos que los escasos recursos públicos se destinen a proyectos de inversión que satisfagan las necesidades básicas de la gente!, señala Beatriz Boza.