Nuevamente veo la pobre actuación de algunos líderes políticos que se enjuagan la boca de democracia, justicia social y lucha contra la corrupción, se autoproclaman abanderados de la voluntad popular y actúan erráticos, con el ojo lleno de sangre, y con unas ansias drogodependientes de poder, que los impulsa -sin el mayor pudor ni moral- a venderse por un plato de lentejas a quien hasta hace poco fuera su rival electoral. Por eso los partidos están como están, porque carecen de principios y sólo son grupos de teatro itinerante que bailan de acuerdo a la música que les ponen y al promotor que les paga. La institucionalidad en el Perú está pegada con moco y aquellos supuestos defensores de la misma, deciden justamente apostar por un modelo parasitario llamado de "economía nacional de mercado", que incuba dictadura y corrupción, y que nos arrastrará cual tsumani hacia el vacío. El Perú está rodeado de estas experiencias. No basta mirar sólo a la pobre Venezuela del dictador Chávez, sino observar lo que viene haciendo su ahijado ecuatoriano, Rafael Correa, quien -ansioso por tener mayor control político- ha llamado a consulta popular el próximo 7 de mayo, para entre otras perlas, conseguir el "apoyo del pueblo" para amordazar a la prensa, bajo la misma modalidad escrita en el Plan de Gobierno de Ollanta Humala. Acá, no sólo está en juego el futuro económico del Perú, sino también la democracia y la institucionalidad. Tengamos las cosas claras.