Es positivo que el PBI siga mostrando un alto ritmo de crecimiento (10% en enero y 9.3% en los últimos 12 meses) en todos sus sectores (excepto minería), porque ello indica que, tras los efectos de la crisis mundial, la recuperación del crecimiento se sigue consolidando.Se confirma también que el dinamismo de la inversión y consumo del sector privado es el que principalmente viene impulsando el crecimiento. Ello se refleja en el alto incremento de sectores como manufactura, servicios, comercio y construcción, aunque también se observa la aceleración de las exportaciones de productos no tradicionales. Por ello, entidades privadas y oficiales están ajustado al alza sus proyecciones de crecimiento del PBI. Por ejemplo, el BCR , de 6.5% a 7%, y el consenso de un conjunto analistas (Latin Focus Consensus), de 6.2% a 6.4%. Sin embargo, existen factores que no deben perderse de vista. En el crecimiento mensual del PBI a tasas altas (que se registra desde febrero del 2010) existe un efecto estadístico favorable ya que la comparación es con tasas de variación muy bajas (o negativas) de los mismos meses del periodo anterior. En febrero se tendría todavía este efecto favorable, pero a partir de marzo la comparación ya será con tasas mayores, por lo que el ritmo de crecimiento se moderaría. El crecimiento también podría verse afectado por las consecuencias del terremoto en Japón, aunque sería focalizado en minerales de exportación y en harina de pescado. Peor sería el caso si simultáneamente la crisis en la zona euro y el lento crecimiento de EE.UU. se agravan. De otro lado, de agudizarse los problemas en Medio Oriente, ello elevaría el precio del petróleo, lo que podría afectar la inflación interna. No obstante, en este caso, así como en el alza que venían teniendo los precios de los commodities alimenticios, puede jugar un papel amortiguador la caída de la demanda de Japón. En todo caso, es necesario que el BCR y el MEF continúen retirando los estímulos monetario y fiscal (sobre todo este último, dado el alto dinamismo del gasto privado) que se aplicaron el 2009 y el 2010 para enfrentar la crisis, como medida preventiva para evitar un recalentamiento de la economía y el resurgimiento de la inflación. Ello sería un buen legado al próximo gobierno.