Las propuestas de los candidatos presidenciales, es decir, sus listas de buenas intenciones, abundan en promesas de creación de puestos de trabajo. Y como el objetivo es ganar votos, los ofrecimientos no son nada modestos sino que, por el contrario, bordean en algunos casos la quinta parte de la población económicamente activa (PEA) con la que actualmente cuenta el país. La mayor debilidad de estas propuestas no es su desmesura, sino la falta de una diferenciación entre cantidad y calidad.La economía peruana está generando empleo, las cifras del INEI así lo confirman, lo mismo que las encuestas que el BCR realiza a empresas de todo el país. Entonces, el desafío pendiente es impulsar la creación de puestos de trabajo de calidad, que cubran las expectativas de las personas en términos de remuneración y de acceso a la seguridad social (cuidado de la salud y pensiones, por ejemplo), pero que al mismo tiempo promuevan que los empleadores encuentren que la formalización laboral también es positiva para ellos. En suma, una relación "win-win" que muy pocos candidatos perciben.Otro factor determinante de la calidad del empleo es la especialización que demanda de los trabajadores. Por ejemplo, se suele mirar con desdén una oferta de trabajo en un supermercado o en la ventanilla de un banco, pero existen establecimientos en los que esta tarea demanda una capacitación de alto nivel. Pensar que cualquier persona puede desempeñarse eficientemente en estas labores es un error, porque se requieren destrezas especiales que las empresas puedan identificar y profundizar.Es por ello que la base de un empleo de calidad es la educación y es en este campo donde los avances son escasos. El próximo gobierno tendrá que reformular el sistema educativo peruano por completo, pues el crecimiento de la economía exigirá un capital humano mejor preparado. La respuesta no está en los libros escolares caros ni tampoco en las universidades o institutos que otorgan títulos cuya validez académica es más que cuestionable. Si el país continúa preparando una fuerza laboral que no se encuentra en condiciones óptimas de ingresar al mercado, las empresas seguirán considerando que la legislación que deben cumplir para contratarla es una carga.