Fuera de toda lógica resulta la actitud de los dirigentes portuarios que convocaron a una huelga y que irresponsablemente amenazan con otras. Según cálculo de los operadores, lo que se dejó de percibir en solo un día supera los US$28 millones. ¿Por qué protestan? Pues para mantener las gollerías sindicales, lo que los lleva a oponerse a la intención gubernamental de modernizar los puertos, principalmente el del Callao, a través de la participación de inversionistas privados. Esto no implica la desaparición de Enapu, sino su asociación con la empresa privada, pero sí la pérdida de muchas gollerías, que son justamente las que hacen de nuestros puertos, y en especial del Callao, instalaciones caras e ineficientes. Según el Reporte Global de Competitividad aplicado a la eficiencia portuaria, el Perú se ubica en un triste puesto 90 dentro de una tabla que incluye a 104 países, lo que resulta injustificable. ¿De qué sirve haber doblado nuestras exportaciones y el gran esfuerzo para negociar el TLC si, finalmente, no podremos sacar eficientemente nuestros productos por los puertos? Esto es lo que deben entender los dirigentes portuarios para dejar de lado posturas obsoletas, egoístas y empobrecedoras, y abrirse al diálogo y la modernización, que nos permitan competir y desarrollarnos. Entre tanto, es atendible el pedido para que la Autoridad Portuaria Nacional elabore urgentemente un plan de contingencia ante posibles nuevas paralizaciones.