Cuando el Apra perdió la posibilidad de retener la Presidencia -porque su candidata renunció-, los comprensibles temores de que el gobierno dedicaría los meses de la campaña a dictar medidas populistas se disiparon. No obstante, en las últimas semanas la preocupación ha resurgido ante la serie de preocupantes decisiones que se han estado tomando en las altas esferas del poder. Si el gobierno desea dar la impresión de que a pesar que le queda poco tiempo sigue trabajando, lo está haciendo de la forma menos recomendable.Entre las medidas que indican la existencia de inconsistencias, figuran en primer lugar las relacionadas con el programa económico. Reducir el IGV y el impuesto a las transacciones financieras, pretender acelerar las concesiones "aligerando" los requisitos ambientales y otorgar privilegios a un reducido grupo de azucareras cuando el resto del sector y de la industria en general no los recibe, por mencionar algunos traspiés, son indicadores de que se está perdiendo la brújula (solo se ha corregido el tema de las concesiones).Este desvío en la dirección económica traerá problemas al próximo gobierno, pues además de la mencionada rebaja de impuestos, la caja fiscal se verá afectada por otros dos efectos: el embalse de los precios de los combustibles que fue decretado la semana pasada y el retraso en la ejecución presupuestal del primer semestre. Si el MEF espera tener un superávit fiscal de 3% a 4% del PBI en dicho periodo, es porque ha habido recortes que llegarían hasta 7 puntos porcentuales del monto programado, además de que en la primera mitad del año el gasto es menor que en la segunda.Con respecto a los precios, un fantasma que todavía persigue al gobierno, las medidas que se han dictado para contenerlos no son solo cuestionables sino que compiten con los esfuerzos del BCR para contener el impacto del alza de las cotizaciones internacionales.Por último, si el gobierno busca "dejar huella", tendrá que concentrarse en mostrar una verdadera posición en contra de la corrupción. Los escándalos no le han dado tregua y la reacción ha sido ineficaz porque el respaldo político es inexistente. ¿Serán suficientes estos cinco meses para cambiar la percepción de la población?