BUEN EJEMPLO Y ANTICORRUPCIÓN
26 de octubre de 2004

En países como los nuestros, en que la corrupción ha carcomido las bases mismas de la legalidad, resulta muy oportuna la filosofía que, como política de Estado, planteó el presidente colombiano Álvaro Uribe, para erradicar un flagelo que amenaza la gobernabilidad y frena el desarrollo.La receta se resume en tres palabras: Dar el ejemplo. Como dijo el mandatario -en el Congreso, en Palacio de Gobierno y ante los empresarios de CADE-, nada podrán hacer nuestros países si sus autoridades, quienes cumplen función pública y participan en la conducción del Estado, no asumen enfáticamente el compromiso de derrotar la corrupción dando ejemplo ellas mismas de transparencia y honestidad. La propuesta es idónea y pertinente. El lastre de la corrupción es una debilidad y a la vez un peligro que corresponde a los gobiernos combatir decididamente. Basta ver los resultados de Transparencia Internacional, que dan cuenta de los bajos índices de América Latina. O el caso del ex secretario de la OEA, que mostró cómo la telaraña corrupta puede infiltrarse en los estamentos más altos del poder.Desde los gobiernos, lo que se exige es, pues, transparencia -en el manejo de los recursos y del gasto públicos, sin usufructos personales o partidarios-, con el único fin de generar credibilidad en las políticas de Estado. Ni más ni menos que eso.De esta manera será fácil exigir al ciudadano de a pie un comportamiento igualmente transparente y una cultura de tolerancia cero a la corrupción. Hoy eso no existe. Es más, en cada escándalo hay una mano que recibe y otra mano que da, ambas culpables, ambas corruptas.Uribe incluso ha ordenado difundir su foto, para asociar su imagen con la tolerancia cero a la corrupción. La idea bien podría emularse.

  • [El Comercio,Pág. A 4]
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