Tras más de dos décadas desde la reforma tributaria de los 90, todavía subsisten algunos problemas que deben resolverse si se quiere consolidar el sistema y alcanzar mejores niveles de recaudación. Uno está relacionado al hecho de que, si bien se ha mantenido el número de principales impuestos, en cada elección los candidatos a la presidencia -como ocurre ahora- prometen grandes cambios, sobre todo reducciones de tasas o beneficios y exoneraciones para impulsar alguna actividad, empleo o la formalización, lo cual aun cuando luego no se pueda cumplir crea expectativas entre la población y fomenta la cultura del no pago.Los frecuentes cambios en la jefatura de la Sunat es otro problema. A diferencia del BCR, donde se ha mantenido como presidente Julio Velarde, desde el 2006 a la fecha han habido siete jefes en la Sunat : Nahil Hirsh, Laura Calderón, Enrique Vejarano (interino), Graciela Ortiz, Manuel Velarde, Angel Sánchez (interino) y Nahil Hirsh , prácticamente el mismo número de ministros del Interior en similar periodo. Ello pone en riesgo la continuidad de los procesos y medidas para mejorar la recaudación.Incrementar los ingresos tributarios depende de varios aspectos: ampliar la base de contribuyentes y masificación del pago de impuestos; mejorar el sistema de fiscalización; y la conciencia o cultura tributaria. Se tiene que trabajar mucho más en los tres niveles, pero además se requiere el apoyo decidido del sistema judicial. No es posible que existan 600 denuncias iniciadas aún sin resolver, y que en el Perú , con tanta evasión, no tengamos ningún ‘pez gordo’ preso.Además, los funcionarios de la Sunat tienen que defender mejor sus fueros, en el tema del rol institucional que cumplen. Y el Congreso, en lugar de aprobar innecesarias y excesivas exoneraciones y beneficios tributarios todos los años, también debería apoyar a la consolidación del sistema . Debe cesar, asimismo, la cantaleta de cierto sector empresarial de que necesitan la muleta de los beneficios tributarios para poder desarrollar su actividad, emulando a aquellos que en el pasado demandaban la protección del mercado interno y se resistían a que se bajen los aranceles a la importación, en una actitud netamente mercantilista y rentista.