Como estaba previsto, la inflación de enero se disparó como consecuencia de los hechos que marcaron la coyuntura del mes pasado. El aumento del precio de los combustibles incidió en el resto de bienes, aunado al encarecimiento de la electricidad (sus precios se reajustan cada dos meses), así como a factores climáticos internos que afectaron la oferta agropecuaria y al alza en la cotización internacional de las materias primas.El índice de precios al consumidor (IPC) de Lima registró una variación de 0.39% con respecto a diciembre, la más alta desde octubre del 2008, época en que las cotizaciones de los commodities sufrían un comportamiento similar al que se observa hoy. Se prevé que a causa de este salto, surgirán algunas críticas al manejo del programa económico, particularmente de los candidatos presidenciales que continúan pugnando por hacerse oír con discursos que acaparen titulares en lugar de concentrarse en propuestas programáticas.Por lo visto, las autoridades que manejan las políticas monetaria y fiscal no tendrán un verano fácil. Para empezar, el petróleo ya superó los US$ 100 por barril, empujado por la incertidumbre que están generando las protestas populares contra las dictaduras en la zona árabe, que es un actor clave en la producción mundial de crudo. Como si eso no bastara, los otros commodities tampoco darán tregua y el efecto estacional seguirá jugando en contra del normal abastecimiento de alimentos en los mercados.¿Afectará en algo esta inflación, que dista mucho de haberse "desbocado" como seguramente algunos predecirán? El Banco Central de Reserva (BCR) se anticipó al golpe ni bien comenzado enero, pues elevó la tasa de interés de la política monetaria (que mantenía invariable desde setiembre) y además anunció que seguiría retirando el estímulo monetario si las expectativas inflacionarias no se moderaban.Aparte de ello, el BCR cuenta con la inflación subyacente como su "arma secreta", ya que excluye los precios volátiles como combustibles, de modo que se presenta como un cálculo más apropiado para medir la efectividad de su accionar. En todo caso, habrá que seguir monitoreando el comportamiento de la demanda para evitar presiones adicionales sobre los precios y que la economía continúe creciendo con una inflación baja.