Mientras las economías del primer mundo tratan a duras penas de recuperarse y los regímenes autoritarios del mundo árabe tambalean ante la presión popular, los mercados de capitales han encontrado el solaz que siempre buscan en zonas que hasta hace poco afrontaban problemas similares. Entre las nuevas estrellas se encuentran países latinoamericanos que gracias a la aplicación de políticas macroeconómicas sensatas lograron superar la reciente crisis y posicionarse como lugares seguros para la inversión.Brasil, Colombia, México y Perú lideran este nuevo grupo de engreídos del capital foráneo, uniéndose a Chile, que por largo tiempo había destacado como el único país con notables logros económicos en una región que era bastante inestable y, por ende, poco confiable. El caso peruano es novedoso, puesto que a escasamente dos meses de las elecciones presidenciales, nadie parece recomendar cautela a los inversionistas ni que esperen hasta conocer los resultados de los comicios para decidirse por esta plaza.Al contrario, los observadores internacionales anticipan que las agencias calificadoras elevarán el rating de la deuda peruana -no olvidemos que el Perú ya cuenta con el anhelado "grado de inversión"-, lo que mejorará el perfil crediticio del país e incrementará sus opciones como destino para los capitales de largo plazo, que generalmente son más cautos que los de corto plazo, más propensos a entusiasmarse con las estrellas fugaces de moda.¿Qué ha sucedido para que el Perú deje de despertar dudas sobre su futuro? Pues que los principales candidatos a la presidencia se inclinan por mantener las líneas de la política macroeconómica. Aunque algunos estén recurriendo a discursos populistas para ganarse simpatías en el electorado, existe un alto grado de certeza de que en los próximos cinco años el Gobierno que resulte elegido seguirá fortaleciendo el desempeño de nuestra economía.Con el frente externo tranquilizado, los candidatos tienen que hacer lo propio con el interno. Para empezar, deben depurar sus listas parlamentarias de nombres cuestionados por casos de corrupción o conducta impropia, y presentar planes de acción que realmente aplicarán (y que no solo sean promesas) en un eventual gobierno, para que el Perú comience a desarrollarse de verdad.