Los ofrecimientos electorales de los candidatos presidenciales deben estar bien sustentados y sobre todo financiados. Lamentablemente, no siempre es ese el caso. Promesas como aumentar empleos, sueldos, otorgar servicios básicos en corto plazo a grandes sectores de la población, por lo general no incluyen el costo fiscal específico que ello demandará.Y en cuanto a cómo se financian esos proyectos, algunas veces se indica cuántos puntos del PBI de presupuesto se destinarán a ello, pero lo que no se dice es qué otras obras o proyectos dejarán de hacerse para liberar recursos.Tal parece que algunos candidatos consideran que la caja fiscal es boyante y que el gobierno que entre contará con muchos recursos para llevar adelante las grandes obras que prometen.Las últimas proyecciones del BCR indican que este año el déficit fiscal se cerraría (0%) luego de llegar hasta 1.9% del PBI en el 2009, por los efectos de la crisis mundial. Si bien ello mejora la proyección anterior (déficit de 1%) no debe perderse de vista que enfrentar los efectos de la crisis mundial costó 4 puntos del PBI (en el 2008 teníamos un superávit de 2.1% del PBI) por lo que actualmente (al cierre del 2010) la caja fiscal enfrenta un déficit cercano al 1%.Asumiendo que se cumplan las reglas que limitan la expansión del gasto fiscal (no más de 4% anual en términos reales), sobre todo en un año electoral como este (en los primeros siete meses no se puede ejecutar más del 60% de lo presupuestado para el año y el déficit fiscal del primer semestre no debe superar el 40% del déficit total previsto para el 2011) el déficit fiscal podría efectivamente ser cero este año. Aun así, no significa que existan recursos excedentes para dedicarlos a cumplir grandes promesas electorales.Además, en un año electoral existen presiones para gastar más allá de lo presupuestado, como ya se vio al momento de aprobar el presupuesto de este año (de S/. 85,000 millones) cuando la bancada aprista intentó incluir S/. 10,000 millones más. De incluirse estos podría haber déficit este año.Es probable entonces que el candidato que gane las elecciones generales tendrá primero que generar mayores ingresos para emprender sus obras y también para restituir el superávit que se tenía previo a la crisis, si (como asegura la mayoría de ellos) quiere preservar el equilibrio fiscal.